domingo, 4 de diciembre de 2016

LOS MITOS DEL SIGLO XX



Aunque con breves pinceladas retoquemos ahora esta serie de mitos que tantos lectores han aceptado con magnanimidad y comprensión, no ha sido la nuestra una intención meramente cultural, pues muchos datos que hemos aportado están a flor de piel en cualquier diccionario de más de dos tomos, sino, más bien, la de despertar inquietudes que permitan no dejarse manipular por la plaga de titiriteros de seres humanos que nos han caído encima. Tal vez, la más grande plaga del siglo XX sea...sí... la manipulación y comercialización de la Persona.

Uno de los elementos de "moda" en el siglo XX, en cuanto a mitos, es el de las revoluciones. En buena parte del mundo, si un partido político quiere tener algún arraigo popular, se debe llamar "revolucionario", aunque de  tal tenga, por lo menos en el momento en que escribo, tan poco de revolucionario como el PRI en México o el CCC de Bélgica, el uno por burgués y el otro por loco.

Son copias apenas legibles, como las páginas de los libros que vemos en los museos, de movimientos auténticamente espontáneos del siglo XIX, como ser el Chartinismo británico, cuya última gran manifestación fue en 1848, o los Communards de París, que en 1871 dejaron en la Ciudad Luz treinta mil muertos en sus barricadas.

Afortunadamente son muchos los que perciben la actual farsa y comienzan a darles la espalda a los "revolucionarios" que gritan cuando son más, callan cuando son menos, y salen corriendo y clamando por los derechos humanos o el amparo de la frontera próxima en cuanto las cosas se les hacen difíciles y ya no pueden cabalgar a los "idiotas útiles", que matan y se hacen matar por ellos.

La Historia, correctamente investigada, es uno de los detergentes más poderosos contra la suciedad de los mitos.


Generalmente, los revolucionarios personalistas pecan de utópicos y sus revoluciones cambian menos las cosas de lo que aparentan. En la URSS, luego de 1917, el nivel de vida y de libertad es, comparativamente, tan inferior al resto de Europa como hace 100 ó 200 años.

En USA, los blancos sienten la misma desafección por los negros, y viceversa, que antes de la Guerra de Secesión, cuyas raíces fueron económicas y no humanitarias.

Nadie, hoy, se atrevería a llamar "revolucionarios" a los motores a vapor, sin embargo, aunque se conocían desde la época pre-cristiana, no habían sido aplicados para reemplazar las energías de bestias y de vientos. Así, al comenzar el siglo XIX, barcos, máquinas agrícolas y comunicaciones terrestres eran equivalentes a las que existían veinte siglos antes, y la higiene estaba por debajo  del nivel de la población romana de la época de Claudio.

En menos de 100 años, la nada guerrillera máquina de vapor permitió que el hombre se desplazase sobre vías de hierro a 130 Km. por hora, y que el tamaño de los nuevos barcos metálicos movidos por calderas y si independencia de los vientos fuera tal, que el grano comestible se abarató diez veces entre 1850 y 1899. Desde Francia hasta Nueva Zelanda, las trilladoras a vapor redujeron, en pocos años, el esfuerzo humano y aumentaron la producción treinta y tres veces.

Las mejores comunicaciones permitieron migraciones que estabilizaron las concentraciones demográficas y crearon nuevos espacios vitales; el 22 de abril de 1889 se fundaba la ciudad de Oklahoma... y el día siguiente, 23 abril, se colonizaron las tierras circundantes, y casi todos se enriquecieron notablemente. ¿Qué revolución hizo jamás cosa parecida?


Los descubrimientos científicos y técnicos permitieron acabar con las pestes que asolaron Europa desde la caída del Imperio Romano; hablar a través de distancias enormes; grabar la voz de los ahora muertos; reproducir fielmente en imágenes todo el entorno; practicar cirugía sin que el paciente sienta dolor.

Si comparamos cuántos sufrimientos nos ahorró el "Che" y cuántos sufrimientos la anestesia, tendremos que dar la palma a esta última, que aportó una verdadera fuente de bienestar a los hombres.

También, y a pesar de que el mito pueda condenarme por hereje, creo que hizo más bien a la humanidad la enfermera Florence Nightingale que el intelectual revolucionario Lenin.

Podría argumentarse que, si bien a partir de 1880, las lavadoras y prensadoras de ropa mecánica ahorraron muchos esfuerzos a hombres y mujeres, éstos eran una minoría comparados con los que seguían sin ellas. ¡Cierto! Pero...los que cuentan con automóviles y gasolina gratis, así como matrículas diplomáticas que los hacen prácticamente invulnerables... ¿son mayoría en algún país por revolucionario que sea?... Con el correr de medio siglo, esas máquinas higiénicas estuvieron al alcance de millones de familias...¿Tendrán millones de familias coche y gasolina gratis a medio siglo de la revolución de  Sandino?

¡Mitos...mitos...mitos!

Queremos terminar refiriéndonos a uno muy actual, el de que la autoridad no es necesaria. Este lavaje de cerebro hace que en las Universidades se vea a los profesores como enemigos; que muchos tontos teman más a la policía que a los criminales y que se tenga por retrógrados a quienes buscan un maestro, una bandera o una verdad que seguir.

La moda es "pasar" de todo, creerse autosuficiente y autodidacta, anteponiendo la insolencia a la cortesía, la suciedad a la higiene, los pies en los respaldos de las sillas y la cabeza (vox populi, vox Dei) en los asientos , originalmente diseñados para las posaderas.

Por estar a la moda, los más jóvenes se quedan sin lo mejor de sus vidas; los puros sentimientos y las ideas fuertes.



Más la observación filosófica de la Naturaleza nos muestra una organización basada  en el orden y la autoridad... ¡pensad! desde la marcha de los astros hasta el enramado de los árboles, la estructura piramidal del sistema venoso-arterial y la distribución de los pétalos en las flores. Por lo tanto no hay nada tan antinatural y antiecológico como el culto a la crítica corrosiva de un orden natural de las cosas y de la relación positiva entre maestro y discípulo.

¿Que todos somos iguales?...Ya hemos tratado ese tema en otro artículo de esta serie... pero siempre es bueno coger un trozo de mármol e intentar sacar de él un a creación parecida al Efebo de Praxíteles; un pincel y unas pinturas y hacer un mural como el techo de la Capilla Sixtina, o una trama y unas lanas de colores y recrear algo que sea equivalente a la Dama del Unicornio. También, como postre, puede un niño de cinco años, con los ojos vendados o con una sábana sobre el teclado, interpretar sonatas como lo hacía Mozart a esa edad.


En verdad, lo único que tenemos de iguales es nuestra rica desigualdad, que nos hace casar armónicamente los unos en los otros y formar parejas, grupos, sociedades, una Humanidad que, en fin, sea una realidad en marcha que no aplaste, sino que transporte y levante a cada uno de sus componentes.


¿Qué esto es una utopía parecida a la de socialistas y demás vendedores de sueños?


No...Utópico es negarlo, pues la Naturaleza nos presenta su modelo, forjado según la voluntad de Dios y acorde al Destino inexorable que nos rigió, nos rige y nos regirá.


Se trata, simplemente, de buscar y encontrar la verdad, aquella que está a nuestro alcance, atesorarla y vivirla para dejar a los que vengan un Mundo más espiritual, más sólido, más seguro.


¡Qué hermoso sería que todos los seres humanos entendiesen que es imposible perforar la oscuridad de nuestros tiempos, sus mentiras o mitos, con el bastón de la violencia, y recurriesen a encender la lámpara de la Sabiduría para poder reconocerse los unos a los otros, tal como somos y no como los inquisidores o  manipuladores quieren que seamos!





fragmentos de: LOS MITOS DEL SIGLO XX - 1985 
Jorge Angel Livraga Rizzi - 
Cruz de París en Artes, Ciencias y Letras

viernes, 2 de diciembre de 2016

EL MITO DE LA IGUALDAD

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"En Aritmética decimos que dos es igual a dos, y esto es cierto en la abstracción. Pero en el mundo manifestado, en el aquí y el ahora, cuando las cosas poseen más de una cualidad, dos manzanas no son iguales a dos relojes, por ejemplo. Y ni siquiera es forzoso que las dos manzanas sean iguales entre sí en tamaño, peso, color, etc.

En verdad, en este mundo en el que nos corresponde vivir, no existe ni dos cosas iguales, cuanto más, pueden ser semejantes, o sea, tener algunas características iguales, y otras desiguales que las diferencian. Mas la suma de igualdades y desigualdades, siendo éstas últimas variables, dan un forzoso resultado desigual. Diferente.

La experiencia cotidiana nos enseña de manera irrebatible que no hay dos hojas de árbol iguales, ni ninguna cosa que lo sea respecto a otra. A lo sumo, una cosa puede ser igual a sí misma en un instante puntual, sin dimensiones, lo que la hace idéntica a sí misma, pero jamás a otra.

El concepto de igualdad nace artificialmente de las limitaciones de la observación humana. Así, la estrella Sirio puede parecer igual a la estrella Aldebarán ante determinadas condiciones deficientes de observación, pero hoy sabemos que la estrella Sirio no existe como unidad pues en realidad se trata de dos estrellas que vemos a ojo desnudo como una, simplemente en razón de la distancia.

Si observamos desde lejos una multitud de hombres y mujeres nos parecerán todos iguales, pero bastará un acercamiento para que se humanicen en infinitas diferencias, no sólo físicas, sino también psicológicas. Fue la lejanía y la confusión de los detalles los que los masificaron ante nuestra observación haciéndonos creer que todos eran iguales. Cuanto más intimo sea nuestro contacto con ellos iremos descubriendo más y más matices diferenciadores dentro de lo que no puede rebasar la semejanza de pertenecer todos al Reino Humano, o a la "Especie" humana, como dirían los materialistas.

El concepto hipotético comunizante de que todos los humanos son iguales es una falacia tan frágil que hasta un niño la puede deshacer. Bastaría con preguntarle si su padre, su hermana, su madre, son iguales entre sí o iguales a él mismo. Su respuesta rápida y natural afirmaría que no, y si insistiésemos preguntándole por qué, podría señalarnos mil detalles, desde los anatómicos hasta otros más sutiles que hacen a todos maravillosamente diferentes, circunstancia que permite reconocerlos y apreciarlos.

Es la igualdad tan antinatural e inexistente que sería suficiente imaginar algo hermoso, una mariposa, una flor, una mujer, un hombre, un cuadro o una estatua; son bellos en su singularidad... pero si nos viésemos rodeados nada más que de millones y millones de mariposas, flores, mujeres, hombres, cuadros o estatuas que fuesen todos iguales, total e irremediablemente iguales, caeríamos en el desconcierto psicológico más aberrante, en el tedio y la locura. Nuestra circunstancia carecería de profundidad y de sentido. Y en medio de esa diabólica multitud nos sentiríamos solos. Pues por efecto de multiplicidad no multiforme, la cantidad se nos confundiría en un caos aséptico y repugnante a nuestra más íntima Seidad.

Podría tratarse de argumentar que, si bien las cosas no pueden ser iguales, sí pueden ser equivalentes. Pero también es falso. Porque es filosóficamente imposible que dos cosas diferentes tengan una suma de atributos iguales. Y de la simple observación nos nace el rechazo de ese absurdo, pues cada cosa o individuo, por ser lo que es, no puede identificarse con otro ni tener sus mismos atributos. Sólo el materialismo aberrante que pone precio a todo, puede tratar de adjudicar valores iguales a cosas diferentes...


Ante la inventada igualdad, la escala de valores que es la que con sus peldaños naturales nos permite ascender y aún tener la libertad de descender, se pierde. Nada más contrario a la libertad que la igualdad. Es libre la curva que rueda sobre el plano de un camino, o las plásticas aguas sobre el rígido lecho de un arroyo; mas si rueda y camino, agua y piedra fuesen iguales, ni andaría el carro ni correría el agua. Y todo lo que se detiene es apresado por el tiempo y se pudre.

Por todo esto ya los Presocráticos afirmaban el Principio de Identidad, que hace que una cosa pueda ser tan sólo igual a sí misma.

A nivel social, la comprensión de estas verdades evidentes permite la supervivencia del individuo, con sus virtudes y sus defectos, con sus características, más allá de la vara del juez que diga lo que es bueno y lo que es malo. Pues buena es el agua para el sediento, pero mala para el que se está ahogando con ella, Y así todas las cosas, Los valores devienen de las circunstancias y el valor en sí tan sólo la propia identidad.

Las hipótesis materialistas que se expresan políticamente a través del Marxismo y del Capitalismo pretenden igualar a los diferentes y, lo que es peor, a la altura del más bajo.

En la misma raíz del igualar está en potencia el genocidio, pues éste es más fácil cuando reducimos lo diferente a la pasta amorfa de lo igual. En los campos de concentración de la última época Nazi se mataban "judíos", y en los finales de la 2ª guerra mundial, las bombas atómicas de las Democracias calcinaron "japoneses". Es el igualar, el amontonar, el cosificar a los seres humanos cuando se los hace más vulnerables y proclives a ser injustamente destruidos.


Uno de los mitos más terribles y funestos de este siglo XX que está viviendo sus últimos lustros en un ambiente de miseria, opresión y terror, es el de la igualdad.

El que los unos seamos diferentes de los otros no significa que "valgamos menos ni más"... Ese es un valor añadido, artificialmente, contra Naturaleza. Cada uno vale lo que vale en relación a cada cosa que sea o haga... Un excelente nadador puede ser lento al caminar sobre la tierra y andar a los trompicones.


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La filosofía al señalar el valor de las diferencias, canta una loa a la Sabiduría de Dios reflejada en la Naturaleza. Todos somos maravillosamente diferentes. Como no tenemos precio, no somos equivalentes. Somos Seres Humanos con todo lo grandioso que esto significa. No somos iguales a nadie. Somos distintos e irrepetibles y aún si aceptamos la Teoría de la reencarnación, jamás volveremos a ser exactamente los mismos, pues si bien el Espíritu es idéntico a sí, no lo puede ser su entorno o sus vehículos de expresión.


Incluso quien esto escribe ya no es igual al que comenzó a escribir, ni el lector es ya igual al que comenzó a leerlo. Sí, sabio Heráclito... ¡nadie puede bañarse dos veces en el mismo río...! 


¡La igualdad no existe!

¡Cuánta felicidad da el constatarlo, el vivirlo, el liberarse del cenagoso mito de la igualdad!



fragmentos de: El mito de la Igualdad de JORGE ANGEL LIVRAGA  -1985

martes, 22 de noviembre de 2016

Inolvidable Alejandro Magno


Para mí he dejado lo mejor: la esperanza.


El verdadero amor nunca tiene un final feliz, 
porque no hay final para el amor verdadero.


Al final, cuando todo se acaba, 
lo único que importa es lo que has hecho." 


Dios es el padre común de todos los hombres.


Vamos a comportarnos de manera que todos los hombres 
deseen ser nuestros amigos y todos teman ser nuestros enemigos.


El final y la perfección de nuestras victorias es evitar los vicios
 y enfermedades de los que sometemos.

Lucharemos para Grecia y nuestros corazones permanecerán en ella.


A través de todas las generaciones de la raza humana, 
ha habido una constante guerra: una guerra contra el miedo. 
Los que tienen el valor de vencerlo, son hechos libres 
y los que son conquistado por él, sufren hasta tener el valor para derrotarlo, 
o se los lleva la muerte.


“Recuerda que de la conducta de cada uno
 depende el destino de todos.” 


Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro
convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
Que su ataúd fuese llevado en hombros y 
transportado por los propios médicos de la época.
  • Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas... ),
  •  fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y...
  • Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, 
  • fuera del ataúd, y a la vista de todos
  • Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, 
le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.


Alejandro contestó al general:

  • Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd
  •  para así mostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar.
  • Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros
  •  para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, 
  • aquí permanecen.
  • Quiero que mis manos se balanceen al viento,
  •  para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías,
  •  y con las manos vacías partimos.

sábado, 19 de noviembre de 2016

VIAJE DE IDA Y VUELTA POR EL ESPACIO JUNTO AL SOL


Ayer, como tantas veces me ha ocurrido, busqué un libro en mi biblioteca y abrí, qué me responderían... Allí estaba LA RESPUESTA... leí: "En el momento actual nos encontramos en una de esas curvas de la Historia, en un verdadero gozne de la Historia, en donde termina esta Edad de Piscis y en donde ya ha comenzado la Edad de Acuario... Este gozne de la Historia ha roto una serie de conceptos y de creencias, pero no definitivamente. Inercia tienen todos los objetos materiales. ¿quién tendrá inercia dentro de las posiciones ideológicas? El materialismo obviamente.  El materialismo es entonces el receptáculo de la inercia, de las ideas pasadas. Van guardando las ideas del siglo pasado, sin darse cuenta de que el tren de la Historia ha encarrilado de manera diferente, que ya ni está más en los carriles en que ellos creen que está. El tren de la Historia vuelve otra vez sobre sí mismo, y con él vuelven los hombres conscientes de sí mismos."  *

Ya no pude dejar de leer la charla entera... las ideas quedaron en reposo en mi mente, preguntándome y respondiéndome según pasaban las horas.

En el paseo de hoy recordé...y lo viví...claro, no es lo mismo el viaje de ida que el de vuelta...es verdad

Como siempre que emprendía el paseo matinal o al atardecer iba con ganas de caminar, el viento me daba de frente, era un compañero sutil, marchaba adelante con ímpetu, mientras contemplaba el paisaje, el mar, el cielo, el sol, los pájaros, los árboles del paseo, las flores del camino, los niños, las personas que se cruzaban conmigo, cada uno con su historia, me sentía bien, renovada. 

Al dar la vuelta y emprender la marcha en dirección contraria, lo comprendí bien, el viaje de vuelta es diferente, recibimos el viento en la espalda y el sol de frente. Ahora estamos más cansados y según avanzamos cada vez es mayor el deseo de volver a casa. Vamos cargados de vivencias y tesoros, enriquecidos.

Así es...no es lo mismo el viaje de ida que el de vuelta... en la vida, en cada vuelta de la espiral del tiempo y el espacio, tenemos otros vientos, otra dirección, diferentes vivencias, comenzamos una nueva andadura o vamos de regreso al hogar.

No somos los mismos en el viaje de ida que en el de vuelta, únicamente el materialista cambia muy poco o nada, pues su espíritu está dormido y eso no le permite crecer, aprender, evolucionar.  Mientras la Historia sigue su marcha unos van con Ella a su ritmo, otros quedan retrasados, estancados, incluso despedidos por la fuerza del materialismo.

Pero hay algo más... estamos en un gozne de la historia que requiere fuerza moral para pasar a una dimensión superior... lo conseguiremos...espiral tras espiral evolucionando con la VIDA.

"En este giro de la Historia sobre sí misma, como una especie de bumerán ciclópeo, vuelve otra vez a encontrarse. Y no son hombres de vanguardia los que sustentan las ideas del siglo pasado, hoy son hombres de vanguardia los que sustentan las ideas del siglo XXI, de un siglo más descontaminado que el nuestro. Ideas que nos ayudan a sacarnos de encima muchas contaminaciones, para tener otra vez naturalidad en todas nuestras cosas. Y una de las bases de esa naturalidad es que volvamos a reencontrarnos a nosotros mismos. 
Dentro del corazón de cada uno de nosotros camina el hombre que vendrá mañana."
17 nov.1979 *



D.Villegas-Nefertum-18/11/2016
LA ODISEA DEL ALMA

* Jorge Angel Livraga  (fragmento)

 




martes, 15 de noviembre de 2016

Somos Hijos de la Luz

   



No queremos ni vamos a permitir que anulen nuestra conciencia, que nos engañen, manipulen e impongan por la fuerza o sutilmente los vicios, la degradación humana, la violencia, la ignorancia, el egoísmo o la maldad.


Los que han creado un mundo oscuro, en un lugar que podría ser luminoso, donde han llenado de miedo las vidas y han anulado la capacidad de pensar y discernir.  Los sin alma, los que la perdieron hace tiempo porque se vendieron a lo oscuro. Incapaces de sentir nada bueno, destruyen, envilecen y ensucian todo lo que tocan, son lo peor... cuerpos vacíos que ocupan los espíritus malignos que se alimentan de vicios.


Pero gracias a Dios, existen los luminosos, los puros, los buenos, los santos, los ángeles y toda la corte celestial, y también los hombres buenos, valerosos, sabios, que forman el bando de los eternos hijos de la Luz, y ante ellos nada pueden. Ellos son los que velan por nosotros los pequeños, ellos nuestros padre en el cielo, ellos los que nos consuelan y acompañan inspirándonos lo más bello y bueno. Ellos nuestra familia espiritual, nuestra alma, nuestros antepasados, toda la Fuerza de nuestro Espíritu inmortal. Dios les bendice por siempre, porque eligieron con sus acciones, sentimientos, pensamientos e ideales dar cobijo a la luz en sus corazones, mantenerla y transmitirla para beneficio de todos los seres, dando Vida, Salud y Esperanza constante a su alrededor.  Somos  Hijos de la Luz eterna, recuérdalo. Todo lo demás... sombras nada más.





Nefertum- 14/11/2016 

lunes, 14 de noviembre de 2016

Poesía de RUBEN DARIO


La imagen puede contener: flor, cielo, planta, nubes, exterior y naturaleza



Mira el signo sutil que los dedos del viento

hacen al agitar el tallo que se inclina

y se alza en una rítmica virtud de movimiento 

Con el aureo pincel de la flor de la harina

trazan sobre la tela azul del firmamento


el misterio inmortal de la tierra divina


y el alma de las cosas que da su sacramento


en una interminable frescura matutina


Pues en la paz del campo la faz de Dios asoma

De las floridas urnas místico incienso aroma

el vasto altar en donde triunfa la azul sonrisa


Rubén Darío



miércoles, 2 de noviembre de 2016

PENSAMIENTOS DEL EMPERADOR Y FILÓSOFO ESTOICO: MARCO AURELIO



Todas las cosas se hallan entrelazadas las unas con las otras, formando un encadenamiento sagrado, y quizá no haya ninguna que se halle independiente de la otra. Todas están subordinadas y su belleza constituye la belleza del Universo. Porque no hay más que un universo que abraza todo, un solo Dios que está en todas partes, una materia elemental única, una ley que es la razón común de todos los seres inteligentes y una sola verdad, del mismo modo que sólo hay un estado de perfección para las criaturas del mismo género y para los seres que participan de la misma razón " 

No hay nada tan digno de compasión como el hombre que va de izquierda a derecha, que escudriña, como dice el poeta, hasta las entrañas de la tierra y que intenta adivinar lo que pasa en los demás, sin darse cuenta de que sería suficiente para su felicidad ser constante con el alma que reside en sí mismo si le consagrara sincera devoción. Esta devoción consiste en preservar a su alma de las pasiones, de la irreflexión, de toda la vanidad y la impaciencia para todo lo que proviene de los dioses y de los hombres, porque lo que proviene de los dioses es respetable, por su virtud y supremacía y lo que proviene de los hombres lo es también y debe sernos querido, puesto que son hermanos nuestros. Algunas veces, no obstante, debemos tener cierta compasión de estos últimos, por la ignorancia en que se hallan de los verdaderos bienes y de los verdaderos males. Este defecto es tan perdonable como la debilidad de un ciego que no puede distinguir lo blanco de lo negro.




No te dejes embargar demasiado por los acontecimientos exteriores. Abandona esa vida febril de cuando en cuando y dedica momentos de ocio a instruirte en algo bueno. Procura evitar asimismo cualquier otro error. Es una locura trabajar toda la vida si nuestra imaginación y nuestros esfuerzos no tienden hacia un objeto determinado.

Obra, habla y piensa como si estuvieras a punto de salir de esta vida.

La vida más larga y la más corta vienen a ser lo mismo. El presente es de igual duración para todos, y lo que pierdes es también igual, y, en definitiva, sin importancia. El que muere muy joven pierde igual que otro que ha vivido muchos años. Ambos pierden sólo el instante presente, que es el único que poseen, puesto que no podrían perder lo que no tienen.

El alma del hombre se deshonra a sí misma; primero cuando produce en la sociedad los mismos efectos que un tumor en el cuerpo humano, es decir, que se vuelve una partícula molesta en el organismo de la naturaleza. En efecto, enfadarse contra los acontecimientos es como una deserción respecto a la naturaleza, de la que forman parte las naturalezas de los demás seres que la integran. Y en segundo lugar, cuando tiene odio a otro individuo o lo maltrata, como sucede cuando se encoleriza. También se deshonra cuando se deja vencer por el placer o el dolor, cuando emplea la hipocresía, el disimulo y la mentira en sus actos o palabras y, finalmente, cuando no dirige hacia un objeto determinado su conducta y sus esfuerzos, haciendo todo sin cuidado ni orden, siendo así que hasta las cosas más insignificantes deben conducir al mismo fin. Luego el fin de los seres racionales está en vivir conforme a la razón y a las leyes del universo, que es el Gobierno más antiguo y el mejor legislador.

¿Cuál es la duración de la vida del hombre? Un punto en el espacio.¿La sustancia? Variable. ¿Las sensaciones? Oscuras. ¿Qué es el cuerpo? Futura putrefacción. ¿Su alma? Un torbellino. ¿Su destino? Enigma. ¿Su reputación? Dudosa. En una palabra, todo lo que dimana de su alma, como un sueño, como el humo. Su vida es un combate perpetuo, un destierro en suelo extranjero; su fama después de la muerte, un olvido absoluto. ¿Qué es, pues, lo único que puede guiarnos en este mundo? Una sola y única cosa: la filosofía. Esta consiste en velar por el genio que reside en nuestro interior, de suerte que no reciba ni afrenta ni heridas, que no se deje arrastrar por los placeres ni por los dolores, que no haga nada a la ventura, que no emplee los embustes ni la hipocresía, que no cuente nunca con lo que otro haga o deje de hacer, que acepte todo lo que suceda o que le corresponda como procedente de un mismo origen y, en fin, que aguarde la muerte con paciencia y no viendo en ella sino la disolución de los elementos que constituyen el organismo de todo ser viviente. Si estos elementos no sufren daño alguno al transformarse perpetuamente de un estado a otro, ¿por qué ha de inspirar la muerte desconfianza y temor? Todo se halla regido por la naturaleza, luego no hay peligro alguno. "



Marco Aurelio (emperador y filósofo estoico ) fragmentos de PENSAMIENTOS


domingo, 23 de octubre de 2016

LAS EDADES ESOTÉRICAS DEL HOMBRE

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En este, como en tantos otros temas, es temerario generalizar. Cada ser humano tiene su destino particular que es como una cuerda hecha con muchísimos hilos de diferentes colores, resistencias, longitudes y ciclos de vida.

Influyen asimismo las decisiones que cada uno toma ante todas las oportunidades y también factores misteriosos que están por encima de todos los «horóscopos», circunstancias y educación. En todas las Religiones Mistéricas de la Antigüedad, desde la Sumeria a la Etrusca, ese «factor X» -que así lo han llamado diferentes pensadores del siglo XX- no es mensurable ni previsible… Sabemos que existe por sus efectos evidentes, pero no sabemos lo que es.

Según Homero y Virgilio, esta Voluntad Ultérrima estaba por encima, no sólo de los hombres, sino también de los Dioses y de todo aquello que podamos concebir… el mundo de lo inteligible, por paradoja, tiene raíz irracional… o pararracional, que en la práctica es lo mismo.

Pero para facilitar ciertas comprensiones, el esoterismo diferencia los años que un hombre puede vivir en ciclos de siete.

Hasta los 7 años: Existe un descenso paulatino de los Principios espirituales, mentales y psicológicos en general. Existe una especie de «Angel de la Guarda» que vigila la entrada del Alma en la encarnación y «suaviza» sus choques con el mundo en el que le toca vivir. Padres, familia y educadores tienen gran importancia. El niño es, salvo excepciones, un ser plástico que responde a los acicates del castigo y la recompensa; necesita autoridad y control permanente que le permitan un aprendizaje instrumental. Si nace en familia cristiana, será cristiano y si en judía, judío, etc. Su contacto con el medio social es una «vacuna» que le permitirá sobrevivir a futuros embates. Necesita cariño, que no es debilidad ni gazmoñería.

Hasta los 14 años: Habiendo sobrevivido a la niñez, entra en una etapa «gozne» y, a través de la fantasía y de la imaginación, se introduce el ser humano en el mundo de los adultos que no acepta ni rechaza totalmente. Está probando. Necesita que le dejen, controladamente, acertar y equivocarse. Su propio Espíritu empieza a manifestarse y crea la imágenes de aparentes rebeldías.

Hasta los 21 años: Pasada la etapa anterior, el Espíritu se manifiesta más fuertemente y se perfila la personalidad y las posibilidades definitivas. Se entra en la plenitud… inmadura. Los roles sexuales se afirman.

Hasta los 28 años: El Espíritu se ha manifestado y el camino para toda la vida se hace evidente. Todo toma formas concretas y se tiende a imponer la propia naturaleza en todos los órdenes.

Hasta los 35 años: Se llega a todas las formas definitivas y la espiritualidad vence o fracasa; ya no habrá cambios de fondo al respecto. Se camina por sendas elegidas y lo que puede variar ahora es la velocidad, aparte de pequeños desplazamientos de los focos de interés y centros de invento. Aunque pueda no parecerlo, la posibilidad de cambios ha quedado atrás y tan sólo se pueden afirmar o debilitar los elementos de la personalidad según la fuerza del Espíritu. Se está en la mitad de la esperanza de vida, en la cumbre de la montaña de esta vida y se empiezan a percibir más claramente paisajes y fuerzas, lo que provoca acción y curiosidad. Los elementos ya existentes se combinan y recombinan en una «segunda juventud».

Hasta los 42 años: Los efectos de la que llamamos «segunda juventud» se hacen perceptibles y se instrumentalizan. Son necesarios logros, conquistas, adquisiciones. Al final del ciclo se empieza a bajar «la montaña biológica» y aparecen conflictos entre el Espíritu, el Alma y la Personalidad. Aquí se definen los valerosos y los cobardes. El desafío de la vida se plantea y replantea.

Hasta los 49 años: Un sentimiento que permaneció casi en latencia se manifiesta: el apuro por plasmar cosas, y éstas serán según la naturaleza de cada uno y su grado de espiritualidad o materialismo. La experiencia individual se ha decantado e influencia fuertemente en los actos, sentimientos e ideas. El cuerpo, por su parte, presenta las características propias de la perdida juventud. Esto no siempre es aceptado y ello hace que esta edad sea especialmente peligrosa para el equilibrio fisiológico y mental.

Hasta los 56 años: Se inicia una doble fuga psicológica hacia atrás y hacia adelante. Se recuerdan los «buenos tiempos» y se proyecta con fuerza para el futuro. El presente se evidencia efímero y débil. Hace falta afianzarlo para cogerse fuertemente a algo. Las posiciones se radicalizan y maduran. Si se ha tomado el camino espiritual, se entra en un período muy fructífero y si no, en un simulacro de nuevas creaciones… que son las mismas de antes, pero mucho más definidas, sólidas… y estáticas.

Hasta los 63 años: El «ocaso» de la vida se hace evidente y todos, de una manera u otra tratan de dejar «cosas hechas» que otorguen seguridad colectiva e individual. Depende de la cultura, carácter y espiritualidad, el grado en que la radicalización de las creencias se plasme en obras realmente útiles. La convivencia se torna cada vez más difícil y se la rechaza a la vez que se la necesita, a veces de manera traumática.


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Hasta los 70 años: Según se hayan ejercitado, algunos principios espirituales se retiran o se afirman. Es el final, el «broche» que puede ser de oro o de hierro. El cuerpo entra en deterioro que pone a prueba la templanza. La idea de la muerte, en sus diversas acepciones, se hace constante. Para algunos, ésta es un último incentivo y para otros la puerta de la desesperación, de la resignación, de la rebeldía (ahora sí auténtica) lo que puede provocar un enfrentamiento consigo mismo y con el entorno físico, psíquico, mental o espiritual.

Si se sobrepasa esta edad, todo pronóstico se hace aventurado, pues los ancianos pueden convertirse en rocas sólidas de maravillosos ejemplos… o en empecinados enemigos de todos y de todo. Por lo general se experimenta una gran soledad, dorada u opaca. La mayor parte no entienden a los más jóvenes y se enfrentan con ellos, envidiando de alguna manera su juventud. Ahora, todo dependerá de la vida que se ha dejado atrás. Leyes de la Naturaleza, absolutistas y dogmáticas, hacen cosechar apresuradamente lo que se ha plantado de forma inexorable.


Si el fin sobreviene por una enfermedad especialmente larga, suelen reaparecer características netamente infantiles. Si no, o si la fuerza espiritual es muy grande, el Espíritu dará sus más bellos esplendores como despedida final, penetrando de nuevo en una realidad íntima y misteriosa, como la de los niños pequeños. Aun estando en este mundo ya no se vive en él.

Intencionalmente, hemos evitado los análisis psico-físicos a la moda y la terminología de nuestro tiempo. No creemos en el psicoanálisis mientras no se reencuentren las claves de una psicosíntesis reconstituyente, optimista y veraz.

Por otra parte, todo lo anterior, si bien obedece en líneas generales a la marcha del tiempo en la vida del Hombre -englobando ambos sexos para abreviar-, insistimos en que es muy esquemático pues no se puede masificar y cada ser humano es un mundo, un misterio, una realidad propia e irrepetible, absolutamente singular.

Esto no descarta la reencarnación, pero confirma que si la cadena es una, sus eslabones son innúmeros, diferentes y que la asociación de los mismos no quita la flexibilidad del conjunto; por eso lo comparamos a una cadena y no a una barra rígida. Espacio y tiempo son coordenadas que se entrelazan pero que no se funden entre sí, pues aunque tienen un Ser idéntico, son a la vez un existir maravillosamente diferente, enfrentado y complementario.

Pero tales son las Viejas Enseñanzas que, bien meditadas, pueden ser útiles a aquellos que, siendo filósofos, buscan conocerse en profundidad.

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JORGE ANGEL LIVRAGA RIZZI

sábado, 8 de octubre de 2016

El Poder de la Mente sobre la materia

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Quizás lo que necesitamos sea una aproximación más bien práctica que teórica al tema del poder de la mente sobre la materia. Este poder es uno, tal vez el más viejo, de los poderes del hombre. Desde que el mundo es mundo, el hombre trató de que la materia le sirviese, le fuese útil, y para lograrlo, no sólo tuvo que trabajarla, sino que primero, tuvo que pensarla. Es el viejo ejemplo del alfarero que primero sueña y piensa su vaso, y luego lucha con la materia que, en general, se resiste en virtud de la inercia que le es propia: la tendencia a caer a la tierra, a participar de aquello de lo cual se levantó.

La mente, en cambio, es la forjadora de la forma. La forma no es estrictamente material, sino mental. Sus raíces son más altas y más espirituales. Para comprender esto, no creo que basten las fuentes occidentales. En Occidente, los estudios de psicología, y aún los de parapsicología, son relativamente nuevos desde el punto de vista científico.

Por ejemplo, ante un fenómeno como el de Uri Geller, los científicos, los parapsicólogos, etc., no se han puesto totalmente de acuerdo. Si en verdad hubiera realmente una ciencia de estudios psicológicos y parapsicológicos, sabríamos a qué atenernos.

Así, ante cualquier fenómeno físico o químico, los científicos ofrecen un conocimiento de la intimidad del mismo pero, si bien la materia es relativamente conocida, la mente no lo es. Su alcance no se conoce suficientemente y, sin embargo, el hombre se caracteriza por poseer mente. En sánscrito por ejemplo, «hombre» se dice como en inglés: «man»; y «Manú» es el hombre por excelencia, es decir, el que dirige hombres, el rey de hombres. Y se habla de «Maná» como el poder de plasmar con la mente cosas, el misterioso poder de Kriyasakti. Y se habla también de que el hombre está constituido en gran parte por el elemento «manas», es decir: «La mente». Para los Orientales, la mente es una suerte de puente o de elemento copulativo entre lo espiritual (purusha) y lo material (pakríti), que se encontrarían unidos y anudados por este elemento mental.

Platón también decía que Dios soñó primero el Universo (arquetipos) y, luego, éste se plasmó; y que nosotros, para poder plasmar las cosas, necesitamos llegar a nuestro propio arquetipo o logos, a nuestro propio mundo de lo inteligible.

Pero veamos: en un sentido más práctico, tenemos una tendencia a confundir la mente con la imaginación. ¿Qué es la mente en sí? Digamos que lo sabemos por experiencia, aunque no lo podamos definir de manera racional.

¿Y dónde termina la materia? No podemos anclarnos en una concepción tipo siglo XIX. No se trata de estudiar en primer lugar la materia, sino más bien nuestra capacidad de conciencia. Las cosas existen para nosotros en cuanto las concienciamos, en cuanto les prestamos atención. De ahí que, desde el punto de vista de la filosofía antigua, se sostiene que la mente es fundamental: participa de una parte material y de una parte espiritual. Para los antiguos indos «manas» tiene dos aspectos: uno no condicionado o «arrupa», y otro, condicionado o «rupa». Si situamos nuestra mente en aquello que es incondicionado, todo lo que está condicionado no nos toca, o nos toca relativamente. Si estamos aferrados a las cosas de la materia, todo nos afecta. El dominio de la mente es fundamental, para dominar la materia.

El primer punto a tener en cuenta es el dominio común de la mente sobre la materia, que sería el ejemplo del alfarero al que aludía antes. En cuanto al dominio fuera de lo común, necesitamos puntualizar que lo milagroso o extraordinario está limitado por nuestra propia posibilidad de captación.

El materialismo se debe a una alienación en la que, en base a los conocimientos técnicos conseguidos, todo se tiñe de materia, aún lo que es inmaterial. ¿Se puede, con el poder de la voluntad, llegar a doblar una cucharilla, si la mente maneja la energía? ¿No podemos con el calor, doblar un metal? Y hoy, sabemos que cosas que son inamovibles para ciertas formas de la materia, no lo son para otras formas de la energía. Sacamos entonces, por deducción, que podemos poner en movimiento fuerzas de la ­naturaleza que hagan que objetos inertes se comporten de manera atípica, es decir, de una manera no común.


Si de la misma forma que hemos desarrollado lengua o garganta, hubiéramos desarrollado la transmisión del pensamiento, ¿no podrían llegar a nosotros, como las palabras, los pensamientos? ¿Cuántos de nosotros no tenemos experiencia de, muchas veces, estar leyendo la mente del que está en frente? ¿de saber lo que está pensando? ¿Y cuántos de nosotros no han tenido la experiencia de saber cuándo a un pariente o una persona querida le pasa algo, y sentirlo como si hubiera sido en nosotros mismos? Es una prueba personal, tangible y objetiva, de la existencia de un mundo mental, de una dimensión en la cual se mueve la mente, porque si hablamos como dicen los Orientales­ de que además de cuerpo físico, tenemos un cuerpo psíquico, otro energético, y un cuerpo mental, cada uno de estos vehículos tendrá que moverse en una dimensión. Seria bueno conocer cómo es esa dimensión de la mente.

Nuestro mental es muy parecido al físico. El mundo físico no es más que un reflejo del mundo mental. Nuestro problema es que a veces no nos damos cuenta, porque el materialismo nos ha cegado, de que necesitamos cuidar ese mundo mental de la misma manera que cuidamos el mundo físico. ¿Quién dedica algo a su parte mental o superior? Así como el ejercicio de un músculo hace que ese músculo pueda tener una determinada fuerza, de la misma manera, si nosotros podemos manejar nuestros elementos mentales, podremos entonces tenerlos depurados. A veces decimos: «No tengo poder mental». Pero no cuidamos nuestra mente; no nos preocupamos de limpiar cada día nuestra mente, lavarla, alimentarla. Si el cuerpo físico se alimenta de cosas físicas, la mente se alimenta de ideas, pero si las alimentamos de ideas corruptas o de pequeñas ideas, lógicamente, la mente podrá apenas tenerse en pie. Si todos los días la alimentáramos y cuidáramos, tendría otra robustez, otra potencia, otra posibilidad.

Los orientales también enseñan que esta mente tiene vehículos inmediatos, que no serían la parte física, sino la parte energética. Enseñan que corren a través de nuestro cuerpo tres energías, que ellos llaman IDA, PINGALA y SUSUMNA. IDA y PINGALA serían las fuerzas positivas y negativas, masculinas y femeninas; SUSUMNA es una fuerza vertical. Las tres energías, debidamente coordinadas, permitirían la realización de esos fenómenos parapsicológicos que, para aquellos que han hecho estos estudios en el Lejano Oriente o que los poseen de manera natural, no tienen ninguna importancia.

Nuestra aplicación del poder de la mente sobre la materia debe darse, no tanto para realizar fenómenos más o menos impresionantes, sino para realizar un fenómeno mucho más humanístico, más personal.

El poder de la mente sobre la materia debe utilizarse para manejarnos a nosotros mismos, para no dejarnos arrastrar por nuestras pasiones, para no lloriquear nuestras enfermedades, para tener sentido de la voluntad, para memorizar lo que leemos, para atrevernos a dar un paso hacia adelante que nos mejore. Ese es el verdadero poder de la mente sobre la materia.

Es obvio que la materia se defiende con su inercia. Lo primero que hay que hacer, para el dominio de la mente sobre la materia, es hacer dos listas básicas: ¿Qué me gusta? ¿Qué no me gusta? Y todos los días, tratar de no entregarse a lo que nos gusta, haciendo una pequeña cosa de lo que no nos gusta; no decir, «abandono», «lo dejo», «desde ahora en adelante, mi mente triunfará sobre la materia». No, eso es estúpido, la materia es inteligente, sabe lo que quiere, sabe a dónde va, sabe de dónde viene, tiene su inteligencia. Antes, la llamaban «diabolismo». Si atacamos directamente nuestros defectos, nuestros defectos se transforman y nos engañan. Tiene que ser poco a poco. Y todo está según dónde ponemos la mente. Lo fundamental está en dirigir la mente, el poder de la imaginación que se torna fantasía cuando orea ideas circulares.

Debemos de controlar esa vida íntima de nuestro interior; tratar de dominar nuestra imaginación para que no se torne una fantasía como un pulpo enloquecido que nos arrastre ¿Cómo diferenciar lo que es propio de uno y del alma , de aquello que se le ha adherido, que se le ha pegado? Aquello que es propio del alma es aquello que dura mucho. Aquello que no dura mucho no es propio del alma.

¿Y qué es lo primero, pues, para conocer el poder de la mente sobre la materia, sobre nuestra propia materia?: hacer algo continuado, hacer algo que tenga un fin; no empezar mil cosas y no terminar ninguna; tratar de entender que todo el Universo va hacia alguna parte,  ¿acaso nos preguntamos en las noches, por qué caminan esos grandes batallones de hormigas? Sabemos que hay mil explicaciones, pero ¿por qué ese ansia de sobrevivir en todas las cosas? ¿Por qué ese ansia de vivir de las estrellas, de las hormigas, de los gusanos, de los hombres?

Porque todo el Universo marcha hacia alguna partePorque toda idea incluso, es como un ser vivo que trata de no morir, trata de vivir y de reproducirse.  Necesitamos tener básicamente ideas puras, sanas y fuertes. Y para ello, sí podemos hacer ejercicios mentales de concentración de la mente, de fijación de la mente, que nos ayudarán a tener un sano discernimiento.

Se trata de tener una nueva forma de ver las cosas…   Que cada uno de nosotros encuentre su montaña interior y, no solamente su montaña interior, sino también ese pasaje que va elevándose hacia la cumbre. Que cada uno de nosotros conozca también la soledad, que conozca un poco del frío interior. Que esa soledad y ese frío espiritual nos calmen la fiebre de nuestro caminar por el mundo. Todos tenemos problemas, todos tenemos angustias, todos tenemos ciertos sentimientos que nos abruman. Necesitamos un poco de paz, necesitamos un poco de descanso; necesitamos no ya un poco, sino un mucho de Fe.

¡FE EN DIOS! ¡FE EN NOSOTROS MISMOS! ¡FE EN QUE HAY ALGO MAS QUE ESTE MUNDO DE CARNE! ¡ FE EN QUE CUANDO MURAMOS, VAMOS A SEGUIR VIVIENDO! ¡FE, EN QUE NO ES TAL VEZ AHORA EL UNICO MOMENTO EN QUE NOS ENCONTRAMOS EN ESTA TIERRA!




Fragmentos de la Conferencia "EL PODER DE LA MENTE SOBRE LA MATERIA"
 JORGE ANGEL LIVRAGA RIZZI