sábado, 19 de julio de 2014

ANGUSTIA JUVENIL




No es fácil definir la juventud. Aunque busquemos mucho, los distintos autores a lo largo del tiempo no han logrado ponerse de acuerdo en ninguna definición exacta. Además, la juventud es tan rica y tan amplia en matices, es tan plástica y tan extraordinaria, que no encontramos una manera objetiva, concreta, sintética de definirla.

Como filósofos, tenemos una fe enorme en la juventud y una gran esperanza en ese mundo futuro del que tantas veces hablamos y del que tantas cosas decimos. Pensamos que ninguno hemos dejado de ser jóvenes en el fondo, y por una u otra razón, tampoco hemos dejado de tener algunas angustias, que podrán ser más o menos juveniles, pero que tienen su raíz en los mismos problemas y en parecidas circunstancias.

En líneas generales, para definir a la juventud deberíamos aceptar lo que dicen algunos: que es un estado intermedio entre la niñez y la madurez.

Efectivamente, es un estado intermedio, pero no único ni definitivo, sino muy especial, porque sale de la llamada "dulce inconsciencia de la niñez" para entrar casi de golpe en un despertar repentino e inmediato a las propias realidades interiores, emocionales, intelectuales, físicas y psicológicas que se producen, que por muy naturales que sean, no por ello dejan de impactar fuertemente en la personalidad del joven.

Al hablar de juventud, no podemos referirnos única y exclusivamente a esos cambios físicos que se producen, y que señalan el paso de la niñez a la adolescencia, sino que hemos de referirnos también a otros cambios concomitantes, psicológicos y mentales, muy profundos.

Haciéndonos eco de viejas doctrinas tradicionales y esotéricas, hemos de pensar también que el cambio en la juventud va más allá todavía, y no sólo despiertan psiquis y mente, sino que reaparece el propio Yo, ese Ego Superior dormido que viene desde el fondo de los tiempos, y que necesita un momento especial en la vida para despertarse y manifestarse.


No estamos de acuerdo con aquellos que dicen que la juventud comienza con la pubertad, con la madurez sexual. Tampoco debemos hacer terminar la juventud cuando aparece la madurez y el ser humano es ya adulto. Si así fuese, deberíamos preguntarnos cuándo comienza esa madurez. ¿O es que la juventud se prolonga mucho más, no ya en sus aspectos positivos, sino justamente en los negativos, como falta de madurez para saber qué se quiere?

Vemos que no podemos poner límites. La riqueza humana es infinita, las múltiples expresiones de la evolución humana son infinitas, y no nos permiten ceñirnos a definiciones estrictas. La juventud tiene algo de nuevo nacimiento; es como volver a nacer aunque ya se esté dentro de un cuerpo físico y expresado material y concretamente.

La juventud tiene algo de abrir los ojos a una nueva forma de vida, y conlleva toda la angustia que supone precisamente eso: el tener que enfrentarse a una nueva forma de vida. Es como si naciésemos, pero esta vez lo hiciésemos solos, absolutamente solos, porque sentimos que solos vamos a tener que resolver toda la angustia de ese nuevo nacimiento.

Como todo nuevo estado, esta nueva juventud a la que se acaba de nacer, se nos presenta como inestable, insegura e intranquila. Necesita afianzarse y no encuentra donde hacerlo. Y ese es el porqué de la angustia a la que queremos referirnos.

Podemos enfocar dicha angustia desde dos puntos de vista: hay una angustia normal y lógica, la que es propia del crecimiento, del desarrollo de este ser humano que vuelve a nacer cuando deja de ser niño; son todos los procesos que recoge la Psicología tradicional. Otro aspecto que nos interesa enormemente, es la "otra" angustia, la que no es tan natural y propia de la juventud; es la que suma nuestro mundo circundante con todos sus problemas, y que resulta menos natural y más agobiante para la personalidad del joven. Empecemos por la primera.

La Psicología de los últimos ciento cincuenta años nos dice que, efectivamente, no se puede valorar la juventud tan sólo por unos cambios fisiológicos, hormonales, por importantes que sean, sino que hay que apreciar otros elementos, muy propios y característicos, de tipo psicológico, intelectual y moral; curiosamente, esta Psicología siempre enfrenta todos los cambios de la juventud como si fuesen patológicos, anormales. Son tantos, tan grandes y tan importantes los cambios, que el joven debe tener la sensación de que está enfermo, y que lo que le pasa es terrible.



Lo primero que experimenta el joven, es la necesidad de afianzar una nueva personalidad. De pronto, hay que expresar nuevos conceptos y no hay elementos para ello, y hay que fortalecerse en cuestiones que parecen casi infantiles, pero que son las primeras que permiten expresar una personalidad juvenil. Se rechaza todo lo que ha constituido el mundo anterior, porque significa niñez, ser pequeño, no pensar, no sentir; por lo tanto, todo lo anterior es malo, hay que dejarlo de lado, rechazarlo. Dentro de este rechazo general, cabe inmediatamente la ruptura de la imagen que los padres tenían ante el joven; ya no son el papá y la mamá en los que refugiarse, ya no son el apoyo; y junto con la ruptura de esta imagen, caen las de todos los mayores que constituían el apoyo y el vínculo familiar más inmediato; todos los que habían sido amores hasta ese momento, se convierten en odios. En el joven no hay términos medios: todo el amor que antes se expresaba hacia los padres, se vuelca hacia nuevos líderes. Hay nuevos aspectos que tienen que llenar el vacío que se acaba de crear, y que despierta una enorme angustia en el joven.

Se agrandan las figuras del profesor, o del sacerdote, o del amigo un poco mayor, o de algún líder político. A veces los jóvenes quieren apoyarse hasta en líderes ficticios, que son de su invención y representan lo ideal, lo arquetípico y lo perfecto. A veces se aferran a personajes históricos que representan todo lo que al joven le gustaría ser y todo su amor se vuelca en ellos.

Pero en el fondo, de lo que se trata es de rellenar un hueco. Y esto, al mismo tiempo, produce una enorme melancolía y una nostalgia por ese mundo infantil que se ha ido de las manos y no volverá. El joven, en la primera etapa, tiene una gran propensión a la tristeza interior. Siente que ha perdido un mundo, pero no se lo puede explicar nadie. Siente que acaba de nacer a otro mundo, pero en ese otro mundo nadie le comprende. Y esa tristeza tan íntima, tan profunda, jamás se manifiesta hacia fuera; a lo sumo, asoma un poco de melancolía. Por fuera hay una alegría exagerada, ficticia por completo, con risas estridentes y actitudes fuera de lugar, o agresiones o una vitalidad exagerada que precisamente fuerza la agresión. Es más, el joven agrede a sus padres porque les culpa de la pérdida de ese mundo, y con un poco de sentido de culpabilidad espera que los padres también le agredan a él, lo que le parece que ocurre de inmediato. Y aquí se encadena una larga sucesión de angustias, de incomprensiones, con las discusiones cotidianas, los enfrentamientos constantes y el hecho de no poder convivir con aquellos que hasta poco antes constituían un núcleo cerrado y maravilloso.

Ante esta situación el joven responde de múltiples formas. En realidad es muy propio en el joven el despertar de ideas metafísicas; no en la línea de una metafísica filosófica perfectamente elaborada, sino de algo más sencillo. El joven comienza a preguntarse, por vez primera, por lo que son la vida y la muerte. Y se plantea que no es eterno, que está dentro del tiempo, que ha crecido y cambiado, que seguirá creciendo y cambiando y que desaparecerá. Y entonces se pregunta sobre lo que hay más allá.

Juntamente con estas ideas metafísicas, aparecen otras de orden moral. El joven suele ser muy estricto al principio, y de una manera y con una moral muy suya y muy personal, muy rígida, sobre todo para los demás, pero en alguna medida, también para sí mismo. Si esto se llevase a buen término, tendríamos el principio del ovillo que haría desaparecer la angustia juvenil de forma paulatina. Sin embargo, y desgraciadamente, no sucede así, y estos primeros arranques metafísicos y morales suelen promover en los familiares y allegados sólo una sonrisa despectiva o una burla un poco cruel, que marcará heridas muy profundas en el joven.


Desde el punto de vista intelectual, pueden pasar muchas cosas completamente distintas. O se abandonan por completo, y nos encontramos con esos jóvenes que habían sido brillantes y de pronto se estancan y empiezan a fracasar en los estudios, o les sucede lo contrario, encuentran en el estudio una escapatoria ideal y tratan de intelectualizar todo el problema que están viviendo, encontrando una vía maravillosa en el mundo de la ideas, y siendo capaces de detallar con precisión todo lo que ocurre en su interior. En este segundo caso se despierta una gran afición dialéctica, sin importar si las ideas que defienden son o no verdaderas. Quieren discutir, afianzarse, demostrar fuerza y habilidad. Esto les hace realmente felices.

Otra reacción típica del joven es un poco de egoísmo que los psicólogos llaman narcisismo. Centralizarse en sí mismo, querer encontrar todas las respuestas en uno mismo, exigirse originalidad porque para ser uno mismo se requiere ser diferente a los demás y hasta un poco excéntrico. Hay que llamar la atención, y eso se advierte muchas veces en cosas tan sencillas como la moda. Pero es una excentricidad muy especial, porque está destinada a fastidiar un poco a los mayores. Además, requiere la aprobación de los otros jóvenes que se encuentran en la misma situación, para lo que se crean a modo de clanes en este sentido.

Un elemento positivo de esta época de la juventud, aunque doloroso y poco aprovechado, es el despertar de la amistad. Tal vez nunca como en esta época se sepa lo que es verdaderamente la amistad. Las amistades de juventud son las amistades gloriosas, las únicas donde todo es maravilloso, donde hay una confianza ideal, fantástica, y donde el amigo lo es todo: escapatoria, desahogo de los problemas interiores, y también casi -en un terreno que no pretende entrar en lo nefasto ni en lo morboso-, como una prueba para lo que será más adelante el amor. El amigo es el apoyo moral. Y más allá de estas experiencias individuales de amistad, a veces el joven encuentra otra escapatoria que es la de los grupos, donde se integra porque necesita sentirse fuerte, necesita la aprobación de los de alrededor, porque es muy difícil caminar solo.

Los intereses de los jóvenes según la Psicología, son muchos y muy variados. Les suele interesar de todo, pero de forma poco sostenida: hoy se comienza algo y mañana se deja, se inician muchas cosas y no se termina prácticamente ninguna. Lo importante es estar en movimiento, pero realmente no interesa nada; hay una apatía total, porque hay que responder al exceso de estímulo por parte de la familia o de quien les rodea, que les lanza constantemente consejos y recomendaciones sobre lo que hacer o no hacer; es un recurso defensivo.

En general, el problema es que es simplemente joven y tiene angustia. Es difícil de entender, pero es una realidad.
Ahora vamos al otro aspecto. Nuestro mundo, nuestro angustiado siglo XX, llueve sobre mojado y viene a sumarse a la angustia de los jóvenes. Vamos a señalar algunos de los aspectos que agravan enormemente la situación del joven.

Como filósofos, tal vez es obligado empezar por el que consideramos el más terrible, el peor de todos, que es el mal enfoque de la educación, una educación que no está destinada a los jóvenes, completamente estereotipada y que sólo tiene en cuenta los estudios en sí, pero no al ser humano que los va a recibir o realizar. El resultado es que, o bien los mayores lanzan a los jóvenes, sin preparación ninguna, a un mundo cruel y competitivo, sintiéndose éstos incapacitados para valerse por sí mismos en estas circunstancias, o bien los sobreprotegen y les tienen continuamente atrapados, impidiéndoles probar sus fuerzas y lanzarse a ese mundo en el que tarde o temprano tendrán que desenvolverse. O por exceso o por defecto, el joven resulta con una educación deficiente y no puede manifestarse en el mundo.

En líneas generales, los adultos pueden cometer el típico error de reprocharle al joven que ya no es un niño y que tampoco es maduro, lo que equivale a decirle que no es nadie. Ahora se habla mucho de marginados, pero es que, sin querer, nosotros mismos les convertimos en eso, porque ya no saben lo que son. Y del marginado psicológico a la delincuencia práctica, a veces no hay más que un paso. Es romper una barrera que puede ser más o menos grande. Al principio se cuestionaba la autoridad moral de los padres, pero termina por cuestionarse cualquier otra forma de autoridad, con lo que la vida social se imposibilita prácticamente, y el joven no reconoce y no respeta absolutamente nada. Por si esto fuese poco, se explota cruelmente esta situación de la juventud, aprovechando esa facilidad para el entusiasmo que hay en el joven, esa facilidad para odiar y para amar, para lanzarse a las grandes aventuras, explotándosele con una propaganda absolutamente indigna, ya que suele manifestarse en forma de modas, que van desde la vestimenta hasta formas anárquicas de vida, desde las drogas hasta el ateísmo, desde la táctica de la irresponsabilidad personal hasta el rechazo de cualquier orden establecido.

Una juventud sana no podría ser explotada. Por tanto, hay que prometerle estos mil y un paraísos imposibles que nunca llegan, y que si llegan, siguen angustiando, con lo que sigue habiendo terreno para sembrar esta angustiosa propaganda, y seguir creando jóvenes que no saben qué hacer con sus propias vidas.

Por si esto fuese poco, surgen las naturales respuestas que no deben extrañarnos en absoluto. Hoy está de moda el pasotismo, pero es lógico, ya que el pasotismo no es más que un grito de angustia, una manera de decir ¿qué puedo hacer? Cuando el joven busca trabajo, se le pide experiencia. El joven quiere ser mejor, quiere ser distinto, quiere lograr un ideal, quiere formar una familia, pero el único camino es que los padres le hagan un sitio. O si no, hay que esperar mucho, y no se sabe lo que va a hacer ni cuando. Si estudia tampoco tiene la posibilidad, en la mayoría de los casos, de aplicar luego lo que estudia y tendrá luego que hacer cualquier otra cosa para ganarse la vida, para comer.

A esa angustia comienza a sumársele otra: se va marchando la juventud, y el joven comienza a darse cuenta de que no ha hecho absolutamente nada. Es lógico ser pasota en estas circunstancias. Y claro está, es lógico dedicarse a la protesta, tanto pasiva y estéril, como agresiva y violenta. Y también están las estadísticas que hablan de la "solución" a la búsqueda infructuosa que es la finalización voluntaria de la propia vida.

Antes, cuando se hacían encuestas entre la juventud sobre los aspectos que más le interesaban, destacaban en los primeros puestos los valores estéticos, los valores morales, las necesidades metafísicas y las preocupaciones religiosas. Ahora las encuestas reflejan en los primeros lugares el bienestar personal, el dinero, el amor y luego algunas cuestiones más abstractas. Pero lo primero a destacar es la seguridad, la tranquilidad, el bienestar.

¿Realmente se siente así, o es que se ha ido empujando a la juventud a sentir y pensar de esta manera?

Hay que preguntarse si realmente los grandes sueños de la juventud han muerto. Creemos que no, pero cuesta mucho encontrarlos, y cuesta mucho hacerle confesar a un joven cuáles son sus grandes sueños, ya que los profesionales de las encuestas afirman que los jóvenes no suelen contestar la verdad.

Nos inclinamos a pensar que los grandes sueños están, pero hay que saber encontrarlos. Son sueños que eliminarían poco a poco la angustia, pero que para ello necesitan convertirse en realidad. No hay ningún joven que, en lo físico, no guste de la belleza. No hay tampoco ningún joven que rechace la armonía ni el buen gusto. Cuando se rechaza es como protesta y no porque no se ame lo estético, lo hermoso, lo agradable. La otra expresión es escupir en la cara a lo que no pueden tener. Todos los jóvenes aman la salud y gustan de sentirse fuertes, pero sin embargo se estropea la salud, se atenta contra el propio cuerpo y se le destroza, como rechazo por pensar que al fin y al cabo no hay nada que hacer.

Los jóvenes pueden negarlo exteriormente, pero todos tienen en el fondo sentimientos puros y nobles. Nadie gusta de los sentimientos cambiantes, de lo que es hoy, pero no será mañana, de lo que nos mantiene siempre acongojados, angustiados e intranquilos. Todo joven sueña con la eternidad. Todo joven tiene en lugar privilegiado el concepto de Amor, aunque no lo quiera confesar. Todo joven sueña con cosas limpias, puras, brillantes y maravillosas, aunque no lo quiera reconocer.

La anarquía y el desorden existen, pero son formas de la angustia. No hay ningún joven que, en lo intelectual, no busque la sabiduría. La inquietud, el deseo de investigación, conocer cada vez más cosas, es algo propio de la juventud. Es como una ansiedad imparable de penetrar en todos los secretos del mundo.

El joven quiere saber, pero eso es difícil, porque a veces hay que empezar por quitar velos, borrar la ignorancia y encender antorchas en medio de la oscuridad. A veces hay que descubrir que la ciencia no sólo destruye, sino que también construye, que la investigación nos acerca a las leyes más íntimas de la Naturaleza, que la ciencia-ficción no basta para llenar todas nuestras horas, sino que hay auténticas leyes que podemos conocer sin caer en ficciones. A veces hay que destruir falsos conceptos y descubrir toda la belleza que hay en el Arte, con auténticos mensajes, y despejar esas otras farsas que a veces hay que aceptar porque es la moda hacerlo. A veces es necesario demostrar al joven que no es que sea ateo, sino que no hay nada bueno ni noble delante en lo que creer y que hasta la misma imagen e idea de Dios se ha visto bastardeada y ensuciada. A veces hay que enseñar al joven que hay que empezar por recuperar la fe en sí mismo, para levantarse luego progresivamente por la escala de la fe en todas las cosas hasta llegar a Dios.

¿Quién no ha querido o quiere cambiar el mundo?

¿Quién no ha soñado con esa revolución constante que nos permita barrer con todo lo malo y con todas las injusticias?

Pero es bueno hacerse a la idea de que esa revolución ha de comenzar por uno mismo; aplicándose a sí mismo al trabajo, a la responsabilidad propia y a una sana ambición que sea una fuerza constante que nos lleve hacia delante. Pero una ambición que no rechace, sino que tome cada vez más en cuenta el respeto por los demás.

No hay ningún joven que no sueñe con la felicidad. La felicidad existe y no es simplemente la satisfacción material, ni instintiva, sino Algo más con lo que seguimos soñando sin saber exactamente dónde la vamos a encontrar. Decían los estoicos que la felicidad absoluta no se encuentra en esta tierra, pero que no obstante, día a día podemos encontrarla si aprendemos a buscarla con perseverancia, con paciencia, con discernimiento, sabiendo distinguir aquello que nos conviene y aquello otro que no nos conviene.

No hay tampoco ningún joven que no sueñe con la libertad, con esa posibilidad de volar, porque libertad para el joven no es hacer cualquier cosa, sino saber qué es lo que se quiere hacer, y a dónde se quiere llegar con lo que se está haciendo. No hay ningún joven que no sueñe con esa libertad interior para la que no existen barreras, para la que ni siquiera existe la muerte.


La gran pregunta que ahora nos hacemos es si todavía existen jóvenes. ¿Los hay? ¿O es que estamos condenados, a ver simplemente niños con cara de adultos? ¿No produce cada vez mas susto observar en nuestros pequeños una mirada demasiado profunda para sus años, o una seriedad que incluye el reproche, desde los primeros momentos de su vida? También tenemos adultos vestidos de adolescentes que no han podido superar la angustia juvenil. Hay que salir de esta dualidad perpetua en que vive -sobre todo- el joven, que debe responder por igual a las funciones de su animal instintivo y a sus Sueños más sublimes, consciente por un lado de que es capaz de realizar proezas análogas a las de los grandes libros, y por otro de que puede ser también una bestia que se arrastra por el suelo. Hay que acabar con esa lucha. Pero para acabar con una lucha, no hay más remedio que luchar. En un viejo y sagrado texto del Antiguo Oriente, en el Bhagavad Gita, hay un hombre ideal llamado Arjuna, que se encuentra en el momento preciso de la lucha. Va a comenzar a luchar, y tiene que decidirse en ese instante. Sufre desesperadamente. La angustia de Arjuna hace 5000 años, no tiene ninguna diferencia con la angustia que presentan los actuales tratados de Psicología: es la misma desesperación.

Arjuna tiene a todo su mundo animal e instintivo a un lado suyo, y al otro, a todas sus sublimes aspiraciones, las más grandes, las mejores. Tiene que decidirse, elegir, romper con el estado intermedio, con la inestabilidad; tiene que pasar la prueba definitiva.

Cuando en las viejas civilizaciones a los jóvenes se les sometía a pruebas antes de aceptarlos como adultos en la sociedad, no se obraba de cualquier manera, ni se obraba tampoco para cumplir con determinados ritos mágicos sin ningún significado, sino que se les probaba de forma muy especial. Era la prueba del "atrévete", "decídete"; era el momento de la batalla, de la elección, de poner en juego el discernimiento. "Atrévete y es seguro que saldrás victorioso".



En los mismos errores señalados como raíz y causa de la angustia juvenil, están las respuestas que buscamos. Tan sólo hay que invertir los errores, darles un sentido contrario y volverlos solución. Soluciones de todo tipo, desde las espirituales, intelectuales, emotivas, físicas y biológicas, hasta soluciones reales, prácticas y concretas.

Hay que recordar algo muy importante, y es que más allá de la angustia juvenil, en la juventud radican las máximas potencias; y que para ser joven, no hace falta tan sólo tener un cuerpo joven, sino que hay una eterna Juventud que es la del Alma, que tiene la capacidad de manifestarse, siempre y cuando todavía haya posibilidad de soñar, y siempre y cuando haya todavía posibilidad de llevar a la práctica esos sueños. Y hay que recordar también que se es joven, eternamente joven y sin angustias, cuando con sueños y con fuerza para arrastrar los sueños, se aprende a caminar con una Antorcha, una vieja y conocida Antorcha que los hombres de antes y los de hoy y los de siempre, llamaremos Esperanza, Esperanza juvenil y no angustia juvenil.





Delia Steinberg Guzmán

EL ESOTERISMO QUE VIENE

Esoterismo es una denominación utilizada para referirse a una muy antigua y reconocida forma de conocimiento que penetraba en las más ocultas y misteriosas leyes de la Naturaleza. Todas las civilizaciones lo practicaron de una u otra forma y en todos los pueblos hubieron hombres selectos por su sabiduría, capaces de discernir con claridad allí donde las multitudes sólo veían tinieblas.

Probablemente el nombre de esoterismo haya conducido y siga conduciendo a malas interpretaciones, al suponer que esos conocimientos especiales eran escondidos con fines inconfensables, o bien acaparados por unos pocos para valerse de ellos en perjuicio de los débiles e ignorantes. Verdaderamente, lo esotérico es contrapuesto a lo exotérico, lo oculto no es lo mismo que lo visible, pero ello no implica necesariamente que lo oculto sea maligno o que sea ocultado con malignidad. Si utilizáramos este criterio, nada ni nadie quedaría a salvo, pues hasta el día de hoy y en los más variados ámbitos, hay quienes se reservan las informaciones de mayor importancia, bien sea por egoísmo o bien para imponerse ante los demás con la fuerza de sus datos exclusivos.

En relación a la vieja Sabiduría Tradicional - o esoterismo en términos más vulgares - lo oculto provenía del hecho de que hacía falta una esmerada y exhaustiva preparación personal para llegar a dominar unos conocimientos que de otra manera hubieran sido inabordables.

El estudio, la práctica de esos estudios y un riguroso control de la personalidad, no permitían que ese saber fuera generalizado ni del dominio público. Eran, ayer como hoy, más bien pocos los que accedían a semejante estado mental, moral y espiritual. Por otra parte, los pocos que llegaban a poseer el conocimiento y manejo de las leyes de la Naturaleza, se cuidaban mucho de no vulgarizar ese saber, pues preveían con toda razón que dichos poderes, en manos inadecuadas, serían más bien un arma dañina que un beneficio para la humanidad.

El auténtico esoterismo fue siempre un elemento de resguardo y defensa. Estuvo en manos de unos pocos, pero estaba al alcance de todos los que buenamente se decidieran a esforzarse.

LOS MEDIOS DE ACCION DEL ESOTERISMO

Por lo general se opina que lo esotérico es clara y abiertamente contrario a lo racional y científico. Por el mismo hecho de su escasa difusión, lo esotérico se mantiene en las brumas de unas formas de pensamiento en las que la lógica parece no poder penetrar en absoluto.

En lo que va de los dos últimos siglos, los estudios filosóficos y antropológicos han relegado lo esotérico al pensamiento prelógico y han reservado todo el poder de la lógica científica para el hombre moderno. Lo evolucionado y actualizado es el fruto del virtuosismo en cuanto al manejo mental. Las nuevas fórmulas exigen la comprobación sistemática de cada uno de los experimentos en cualquiera de los terrenos, y sobrevaloran la propia experiencia por encima de cualquier esquema de transmisión. Estos supuestos son los que separan a la ciencia del esoterismo, pero la separación no es tan grande como se presenta.

El esoterismo también se vale del trabajo mental, pero no lo considera exclusivo para acceder al conocimiento verdadero. El raciocinio es una herramienta más, pero no la única. Además se utiliza, cuando se aprende a disponer de ella, la intuición, que es una forma más rápida y penetrante de pensamiento.

También el esoterismo emplea las comprobaciones. Es imposible afirmar conocimiento alguno si no se ha constatado que dicho conocimiento puede manejarse fluida y correctamente en todas las oportunidades. El esfuerzo, la investigación, la repetición y el ejercicio no sólo no faltan sino que abundan en el real esoterismo. El laboratorio es, la mayoría de las veces, el hombre mismo, o el universo entero, pues "así es abajo como es arriba".

En cambio es notable la diferencia en el valor de la transmisión de los conocimientos. El esoterismo se fundamenta en la cadena conformada por maestros y discípulos, y la experiencia del uno pasa a formar parte de la experiencia del otro, una vez que el discípulo se ha desarrollado lo bastante como para asimilarla. No hace falta vivir todas y cada una de las cosas; como decía Platón, no hace falta convertirse en ladrón para entender que el robo es un delito. Asumir las vivencias del maestro como vivencias propias - puesto que han sido probadas y comprobadas - hace rendir mucho más el tiempo, hace más larga y provechosa la vida.

UNA TRADICION QUE PERSISTE

El auge del pensamiento llamado científico no ha significado la desaparición del esoterismo ni la desestimación de la intuición.

La Historia es curiosa en los vericuetos que describe y, aunque en oportunidades el esoterismo ha tenido amplia repercusión entre los pueblos, en otras tuvo que mantenerse oculto debido a la falta de comprensión y a las persecuciones fanáticas que nunca han faltado.

Es como un río que a veces discurre a ojos vista y a veces desaparece en las profundidades de la tierra, pero siempre fluye y siempre se lo encuentra en uno u otro punto de su recorrido.

El tiempo y las circunstancias han ejercido su influencia sobre el esoterismo y han hecho que no siempre respondiera a la seriedad de sus verdaderas raíces tradicionales. Cuando decaen los criterios espirituales de concepción de la vida, cuando las dificultades por la supervivencia hacen que los hombres valoren en exceso la existencia cómoda y se desinteresen de las cuestiones profundas, sobreviene un esoterismo fácil y vulgar, un cruel remedo de que lo es Ciencia Sagrada. Entonces aparecen formas de hechicería, supersticiones, temores a lo desconocido y conjuros para alejar esos temores. La superstición se opone a la tradición y los conjuros y amuletos suplantan a la sabiduría.

Es como el río de nuestro ejemplo: a veces sus aguas corren por un cauce lleno de barro y se tiñen del fondo por el que se arrastran. Pero eso impide que, más adelante, tras algún recodo, el río vuelva a deslizarse sobre piedras limpias y sus aguas se vuelvan otra vez cristalinas

NUESTRO SIGLO XX

Ha sido - y empleamos el tiempo pasado porque le queda poco tiempo para acabar - un siglo muy curioso. Se abrió paso en medio de revoluciones de toda índole, agitando banderas liberales, pero sin poder desprenderse del horror de las guerras y la muerte, de los genocidios, de los enfrentamientos absurdos y de posiciones obtusas y rígidas, totalmente opuestas a las teorías que se predicaban.

Las evidentes desigualdades sociales y las más evidentes injusticias que provocaban esas desigualdades, volcaron el acento de la atención en los esquemas materiales de vida, en la consecución del bienestar a toda costa, en la denigración del trabajo y en la exaltación de la comodidad que la técnica y la ciencia nos iban a proporcionar a medida que se desarrollaran más y más.

Así fue como la máquina se volvió más importante que el hombre, y el hombre ya no fue esclavo de otros hombres sino de las máquinas que presuntamente le debían ayudar a vivir mejor.

Pero junto al culto a la materia se desarrollaron solapadamente otros cultos aparentemente ilógicos. Desde la mitad del siglo se volvió al amor por los vaticinios, pues la materia era un dios muy exigente que obligaba a conocer sus ocultos deseos. Muchos, lo confesasen o no, leían horóscopos y predicciones, recurrían a hierbas mágicas y a brujos especializados, a curanderos conocidos o desconocidos y a videntes que nos despejarían el oscuro horizonte de un porvenir espeso y no muy concreto.

Figuras santificadas e imágenes de la Virgen, se aparecían por doquier, indicando a los hombres que no iban por el camino acertado. Sacerdotes de todas las religiones predicaban sobre el fin del mundo, haciendo que volviésemos los ojos asustados hacia el año 2000, tal como ya había pasado un milenio antes. Y surgieron nuevos sacerdotes de nuevos cultos, sectas y moralizadores que llenaban como fuese la ausencia del esoterismo, el vacío de espíritu, la orfandad de Dios.

Llega el siglo a su fin en medio de brujos y consejeros que asesoran a los líderes de mayor prestigio internacional, de astrólogos que todos los años lanzan sus profecías más o menos acertadas, más o menos difusas para quedar bien con todos. La astrología gana terreno a pasos agigantados, pero lejos de la ciencia que le dio nacimiento, hoy interesa como fórmula para ocupar primeros puestos, mayor prestigio social, fortunas más sólidas; o bien, en pequeña escala, para ganar el amor de la pareja o la lotería de la próxima semana. Abundan espantosos exorcismos que no se veían desde la pasada edad media, como si el diablo se hubiese vuelto a adueñar de la tierra y, curiosamente, conviven las mentes científicas más esclarecidas con los que están convencidos de que el diablo les acecha en cualquier esquina para colarse por cualquier rincón de nuestro cuerpo, monstruo al que hay que expulsar por los medios que sea para que no nos quite la tan soñada felicidad de este mundo, aquí y ahora.

EL PODER ECONOMICO SE ACOGE AL PODER ESOTERICO

Al margen de este pseudo esoterismo deslucido y nefasto que ganó las plazas de nuestos últimos decenios, parecían quedar los hombres de negocios, los materialistas empedernidos que sólo viven para acrecentar su fuerza económica y social. Pero también la economía se ve envuelta en este hálito de locura... o tal vez en este extraño anticipo de un nuevo esoterismo que se abrirá paso con los años venideros...

Ya no asusta ni resulta extraño leer que el complejo mundo de las finanzas tiene sus brujos o "gurús", que la bolsa de valores y las subidas y bajadas de los mercados internacionales también están sujetos a las premoniciones que unos cuantos "expertos" lanzan a rodar entre sus filas de creyentes y seguidores.

¿Por qué "gurús"? ¿Por qué recurrir a este término sánscrito que tiene un marcado sabor oriental? ¿Es qué no se ha borrado de la memoria subconsciente el recuerdo de los grandes maestros que vivieron allá en el este, en el Asia milenaria? ¿Todavía guarda Oriente el secreto que buscaron tantos y tantos filósofos antiguos en largas peregrinaciones, o Alejandro Magno en sus conquistas, o los viajeros del siglo pasado ansiosos de milagros, o los modernos turistas que siguen pagando para ver levitar a un monje que ni es monje ni levita?

"Gurú" significa maestro, y la palabra empleada tal vez significa que los seres humanos siguen buscando maestros, aunque sea en el terreno más práctico y material de la existencia.

Así, se desenvuelven estos nuevos profetas, que utilizan variados sistemas para abrir el futuro y sus incógnitas ante la ansiedad de quienes no pueden ver nada más allá de sus propias narices. Los hay que se apoyan en doctrinas tradicionales para predecir el mañana, sobre todo, en la doctrina de los ciclos que enseña que todo es circular en la existencia, que no hay un desenvolvimiento lineal e ininterrumpido; las cosas van y vienen, los hechos se repiten con pequeños matices de variación y los astros, en su lenguaje celeste, escriben con letras especiales aquello que habrá de sobrevenir a la Tierra y a sus humanos habitantes. Los hay que hacen gala de un logrado sentido común, y en base a análisis exhaustivos, obtienen conclusiones lógicas que resultan vaticinios para quienes no son capaces de usar la razón ni unir adecuadamente los razonamientos.

¿Qué estamos presenciando? ¿Un retroceso supersticioso que se remite a dudosas profecías, o una lógica de avanzada? Es evidente que los hombres prácticos, los hombres de ciencias, los hombres amantes del desarrollo tecnológico, se inclinarán por la segunda respuesta.

No es que estemos ante magos ni esotéricos gurús, sino ante grandes analistas y aventajados poseedores de una lógica racional que, en este caso, se dedican a prevenir - más que a profetizar - lo que puede suceder en el mundo de las finanzas, mundo del que tanto se espera en estos días, y al que tanto se le teme, cual si fuese una frágil construcción pronta a desmoronarse ante el capricho de las circunstancias.

Sin embargo, estos analistas, estos brujos racionales, no pueden evitar la ruptura de los sólidos barrotes del análisis y de la razón. Aún los más serios de entre ellos aceptan el innegable valor de la intuición y confiesan captar un cierto "ambiente" que les permite orientarse en sus afirmaciones.

En medio del esoterismo de salón, o del exorcismo terrorífico que nos han acostumbrado a soportar, despuntan chispas del que podría ser el esoterismo que viene. Es curioso que en el templo de la materia, en el reino del dinero, asome nuevamente la tímida raíz del espíritu, del poder de la intuición, la sensación de fragilidad ante un destino que no nos pertenece porque no hemos sabido construirlo, el temor ante un futuro que a veces se pinta de rosa para no abrir los ojos ante el negro y el gris que hemos dejado crecer a nuestro alrededor.


Sí, necesitamos volver a tener maestros, necesitamos creer, y sobre todo necesitamos amparar nuestras creencias y nuestra fe en unos conocimientos que nos respondan serena y adecuadamente a nuestras dudas y nuestra ignorancia. Pero para tener maestros hay que saber convertirse en discípulos; para creer hay que recuperar Aquello en lo cual creer y tener fe; para saber verdaderamente y en profundidad hay que recobrar aquel esoterismo tradicional que tantas veces ayudó a la humanidad a abrir puertas y ventanas en medio del dolor y del desconcierto. No en vano estamos a punto de comenzar un nuevo siglo, un nuevo ciclo, una nueva vía en la eterna espiral de la Vida.


Delia Steinberg Guzmán

jueves, 17 de julio de 2014

UN BUEN AMIGO



"TODOS LOS HOMBRES NECESITAMOS
UN BUEN AMIGO QUE SEA
PACIENTE CON NOSOTROS.

ES LA UNICA PANACEA
PARA LA SOLEDAD Y LA NOSTALGIA

COMPARTIMOS NUESTRA SOLEDAD
PARA HACERLA MAS SOPORTABLE



Fragmentos de LA CANCION DE TROYA de Colleen MacCullough

CUATRO MANERAS DE CONSIDERAR EL AMOR

"Hay cuatro maneras de considerar el amor: se puede comer, beber, respirar y vivir en él.
El que "come" el amor viven en las pasiones, en los placeres inferiores, y no está satisfecho porque permanece en el plano físico. El que bebe el amor es un poco menos grosero, pero aún está sumergido en los goces y las satisfacciones astrales. Se puede también respirar el amor: ciertos filósofos, escritores y artistas lo respiran con el pensamiento, en el plano mental, pero son raros. En cuando al que vive en el amor, en el lado sutil y etérico del amor, lo posee como luz en el espíritu, como calor en el corazón, y puede derramar esta luz y este calor sobre todos los seres que le rodean. El que vive en el amor posee la plenitud."


fragmento de Omraam Mikhael Aivanhov

martes, 15 de julio de 2014

LOS VICIOS: ALIMENTO DE "LOS INDESEABLES"




"Desde la creación del mundo, se sabe que el ser humano no es un edificio vacío , sino que alberga dentro de sí un gran número de habitantes.

Los indeseables son, pues, criaturas de un orden inferior que se instalan en el hombre y le inspiran todo tipo de actos reprobables e insensatos, hasta aniquilarlo.  Porque cuando el hombre ha albergado a esos espíritus, es su prisionero, no puede ya deshacerse de ellos. Algunas veces, por la gracia divina o cuando ha pagado ya su karma y el plazo ha vencido, unos amigos del cielo le ayudan a echarlos, pero no es frecuente, nada frecuente; hay que haberlo merecido, hay que haberse esforzado mucho.

El hombre los atrae cada vez que éste no mantiene una pureza irreprochable en sus pensamientos, sus sentimientos y sus actos, prepara las condiciones para que vengan estos indeseables.

Si mantenéis en vosotros ciertos pensamientos, ciertos deseos o sentimientos que no son ni luminosos ni puros, aparecen inmediatamente unas entidades determinadas a quienes les gusta estas impurezas y se instalan en vosotros para alimentarse de ellas; pero si os purificáis, si os volvéis razonables, estas entidades os dejan y entonces podéis estar tranquilos.

Cada pensamiento, cada sentimiento que pasa a través del hombre emite unas corrientes electromagnéticas favorables al bien o al mal. Así es como el hombre puede atraer a los espíritus más luminosos, a los más evolucionados, y rechazar a las criaturas malhechoras que entonces son absorbidas por el centro de la tierra; o bien, por el contrario, atrae las larvas, los elementales, los demonios, y en ese momento los espíritus luminosos que habían venido ayudarle se van porque no pueden soportar las emanaciones nauseabundas que los demás producen.

Cuando os sentís de repente molestos, desgraciados o invadidos por los deseos o los sentimientos más inferiores, es que estáis siendo visitados por indeseables. Porque habéis preparado el alimento para ellos.


Los vicios no son otra cosa que criaturas que se han instalado en el ser humano para hacer de él su esclavo. Son seres invisibles que el hombre debe alimentar porque les ha invitado, les alberga; y ahora les ha fortalecido tanto que está absolutamente dominado por ellos, no consigue desembarazarse de ellos.  Es posible vencerles, amaestrarles, pero hace falta para ello una voluntad y un saber extraordinarios.


¿Cuáles son los medios para no atraer indeseables? El primero es la pureza (comprendida en todos los campos) y después el calor y la luz. La pureza les deja morir de hambre, porque en la pureza no hay alimento para los indeseables.  La luz les espanta y aleja, y el calor les hace secarse y los quema.

Tener luz es conocer la realidad de las cosas, y por lo tanto comprender muy claramente esta cuestión; tener calor es tener mucho amor por un ideal divino; y tener pureza es llevar una vida ejemplar para no permitir a esas criaturas acercarse y aposentarse.



FRAGMENTOS de:
Omraam Mikhael Aivanhov

Ser filósofo es…

Ser filósofo es…

El espejo interior

El espejo interior

sábado, 12 de julio de 2014

EVOLUCIÓN Y PRUEBAS



"Somos nosotros quienes necesitamos conocer nuestra potencia, nuestra fidelidad, nuestra bondad, o bien nuestra debilidad, nuestra maldad, y debemos tomar conciencia de la necesidad de mejorarnos. Sí, somos sometidos a pruebas, es para nosotros mismos.

En el transcurso de la evolución ininterrumpida que debe conducir hasta la cima, el hombre debe de atravesar pruebas con el fin de poder desarrollar todas sus posibilidades interiores. Por lo tanto es necesario que tome primero conciencia de sus posibilidades. De la misma manera que debe ser sometido a ciertos procesos de crecimiento y pasar por ciertas etapas de la vida física, así también, cualquiera que sea su grado de evolución, todo ser que desciende sobre la tierra debe atravesar diferentes pruebas para fortificarse espiritualmente. La única diferencia entre los hombres es que cada uno atraviesa estas pruebas según su grado de evolución: los unos saben aprovecharse de ellas, los otros no. Unos consiguen beneficios de todo, adquieren riquezas, mientras que otros sucumben y no se transforman.




fragmentos de: Omraam Mikhael Aivanhov

EL HOMBRE Y SUS CRISIS

"Pero eso no nos debe asustar, de ninguna manera, sino que nos debe colocar en nuestro lugar, recolocarnos, porque solamente estando bien afirmados en el suelo vamos a poder andar. No apoyados en las nubes, no cogiéndonos de sueños imposibles, sino de realidades que tenemos dentro. Y la realidad que tenemos dentro es la voluntad de superar crisis individuales y crisis colectivas. Todos tenemos esa voluntad, salvo alguien que este loco, o que sea masoquista, todo el mundo quiere superar las crisis individuales y las crisis colectivas.
Y si todos queremos superarlas, ¿por qué no se superan?. No se superan porque tenemos problemas en nosotros y tenemos problemas entre nosotros. Tratemos de tener una humildad que diluya un poco esas barreras, que diluya un poco esos tabiques interiores que separan a veces el alma del cuerpo, el corazón del cerebro y que separan a veces a los hombres de los hombres. Creemos verdaderamente una confraternidad, una confraternidad real. No basta con llamarse hermanos, no basta con darse besos, no basta con andar cogidos de la mano, no de ninguna manera. Hace falta sentirlo en el corazón profundamente como una realidad visceral, que nos abarque a todos que tengamos todos esa potencia y esa fuerza. Tenemos que tenerlo, aunque sean muy grandes los inconvenientes.
Los gigantes que nos cierran el paso, no son nada más que molinos de viento, molinos de viento que molerán el nuevo trigo, que harán el nuevo pan para el hombre nuevo.

El Hombre nuevo imbuido de Amor, Confraternidad y Comprensión hacia todos los hombres."



fragmentos de la conferencia: EL HOMBRE Y SUS CRISIS
Jorge Angel Livraga
"Magia, Religión y ciencia para el Tercer Milenio" Edit. NA

lunes, 7 de julio de 2014

LA CULTURA DE LA INCULTURA




"La cultura de la incultura, esta especie de incultura que se va proyectando sobre el mundo, y que va a cristalizar en el siglo XIX con las teorías de los positivistas...



El hombre, en su pequeñez, crea una especie de enanismo y no puede aceptar la existencia de los héroes.  Hoy la desmitificación está de moda, es algo que se ve muy bien. Cada vez que se encuentra un valor histórico, cada vez que se encuentra algo de glorioso, algo de bueno en el pasado o en el presente, nos preguntamos : "Pero ¿habrá sido tan bueno como dicen?"... Necesitamos ver siempre el trasero de las cosas, estamos inmersos en una especie de pornografía psicológica y mental que nos lleva a ver la parte negra, la parte oscura, la parte baja, la parte mortal, la parte frágil de todas las cosas y de todos los acontecimientos. Esta etapa mecánica crítica ha desembocado en la etapa actual que clasificamos como caótica y lúdica.

Necesitamos volver a un concepto mágico y metafísico de la vida. Necesitamos reencontrarnos a nosotros mismos, necesitamos volver a tener fe en algo; para empezar, tener fe en nosotros mismos, tener fe en los que están al lado nuestro, tener fe en la tierra que pisamos, tener fe en nuestros familiares, en nuestros amigos, tener fe en Dios, tener fe en que venimos de algo y vamos hacia algo.


Necesitamos un hombre nuevo, un hombre que pueda proyectarse hacia el futuro con fe, con esperanza, con la seguridad moral que da el conocimiento de sí mismo y que da, sobre todo, la creencia en Dios."





fragmentos de: Jorge Angel Livraga
LA CULTURA DE LA INCULTURA -Marzo 1984

jueves, 3 de julio de 2014

UN MUNDO NUEVO REQUIERE TRANSFORMACIONES INTERNAS


"¿Cómo va a venir si el corazón y el intelecto de los hombres están llenos de desorden, de egoísmo, de maldad? Los humanos no pueden ser felices cuando su intelecto no cesa de ser asaltado por pensamientos extraños, tenebrosos, y su corazón por emociones y sentimientos destructivos. Por eso el trabajo de los Iniciados ha sido, desde tiempo inmemorial, el enseñar a los humanos el amor y la sabiduría, porque de la luz del intelecto y del calor del corazón nace el movimiento armónico, una actividad constructiva y equilibrada.


En tanto que las criaturas no han logrado obtener esta luz y este calor, sus actos contienen siempre elementos que impiden o incluso destruyen su felicidad, así como la de los demás. Y eso es el Infierno.


Las verdaderas transformaciones externas sólo pueden hacerse después de las transformaciones internas, porque el mundo exterior es un reflejo, una concreción, una materialización del mundo espiritual. Nada puede venir del exterior si antes no existe interiormente.

El Reino de Dios no puede existir externamente si no existe antes internamente. El Reino de Dios es un orden social constituido por seres iluminados. Si no lo están ¿cómo queréis que exista ese orden social? Solo se mantiene, sólo subsiste gracias a los individuos, a su carácter, a sus cualidades y virtudes.

Mientras no haya amor, las religiones no podrán jamás llevar a los hombres hacia Dios. Pero cuando venga el amor, ya no habrá religión. La religión se convertirá en algo interno y se manifestará bajo la forma de bondad, de radiación, de sacrificio, de dulzura, de luz. Cuando el amor abandonó la humanidad, vino la religión para suplirlo. Pero cuando venga el amor, la religión desaparecerá porque ésta habrá entrado en el corazón de los hombres"


fragmentos de: Omraam Mikhael Aivanhov
***


Cuando estén limpios la mente y el corazón,
podrán llenarse de Sabiduría y Amor
Entonces nacerá un MUNDO Nuevo y MEJOR
de nuestras acciones justas,  buenas

Aún nos queda un largo camino
de transformaciones internas que realizar
Nefertum

martes, 1 de julio de 2014

Lo que más precisa la Humanidad...


"Para comprender la Vida en cualquiera de sus manifestaciones, ya sea físicas o metafísicas, hay que comprometerse, revisar y limpiar cuidadosamente toda nuestra escala de valores y tener la fuerza de afirmar sólidamente lo que creamos válido, así como arremeter contra lo que nuestro juicio nos señales como inválido.

Las medias tintas y las tibiezas no son el justo medio, ni la ecuanimidad, ni la justicia, ni la bondad... y mucho menos la verdad. Los extremismos son malos y las mediocridades también. La verdad se halla en otra parte. En un lugar maravilloso al que se llega a través del esfuerzo inegoísta, de un naturalismo sin fanatismos, de una mística sin sectas y de una espiritualidad tenaz y paciente.

Hace falta estudiar y trabajar mucho.

Hace falta renovar el valor y el coraje en nuestras vidas de manera que nos atrevamos realmente a levantar las pesadas tapas que guardan los secretos. Más hay que estar preparado y suficientemente purificado...

Lo que más precisa la presente Humanidad es un poco de sana espiritualidad, de paz en el Alma, dando menos importancia al cuerpo y sus pasiones. Pero hoy hay muchos que hablan del maíz y del trigo y olvidan la mirra y el incienso.  Hay que recobrar el equilibrio perdido para que la marcha hacia el futuro deje de estar ensombrecido por negras nubes de malos augurios.

"NADA HAY SUPERIOR A LA VERDAD"
fragmentos de LOS ESPÍRITUS DE LA NATURALEZA
Autor: Jorge Angel Livraga- 1984-Edit. N.A.