viernes, 25 de abril de 2014

FUNDAMENTOS DE LA TEORÍA DE LA REENCARNACIÓN ¿Volvemos a vivir?



Este tema es fundamental para todos nosotros, porque es uno de los temas que abarca la Filosofía, o sea, la búsqueda de la Sabiduría.

Hoy, en nuestra actual civilización, existe un gran desarrollo de la ciencia y en especial de la técnica. Los medios mecánicos que poseemos nos permiten trasladarnos velozmente de un lugar a otro; nos permiten comunicarnos; nos permiten estar en contacto los unos con los otros. Pero estos medios mecánicos, y esta alienación científica en el sentido materialista y práctico, nos han despojado de la iniciativa para poder entender y comprender los fenómenos inexorables de la Naturaleza.


Sin embargo, ha habido otras épocas y otros tiempos; ha habido otros hombres y otros pueblos que tuvieron más tiempo o más predisposición, o más gusto por estas cosas. Pero hoy, acerca de los problemas fundamentales del hombre, estamos tanto o más ignorantes que el hombre que pintaba en las cuevas de Altamira.


Por eso, nosotros nos seguimos haciendo una pregunta vieja que surge de labios nuevos: ¿qué pasa con nosotros?, ¿qué pasa con nuestra vida?; ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos?...


Las distintas religiones de los distintos tiempos, han tratado de solucionar este problema. Le han dado al hombre, a través de símbolos -como bien dice el mismo Jesús en el Nuevo Testamento- una serie de verdades.


Pero es obvio de que en nuestra alienación actual y práctica, en nuestro mundo cotidiano, nuestra conciencia está adormecida para los problemas simbólicos. Tan sólo unas preguntas nos gritan desde adentro: ¿Es que se diluye todo cuando morimos? ¿Es que nuestra conciencia se pierde en la nada? ¿Es que vamos a algún lugar de prueba? ¿Es que existe un Infierno? ¿Es que existe un Cielo? ¿Es que volvemos de nuevo a este mundo?


Ante ésto, quiero tocar esta teoría sobre la posibilidad de que retornemos a este mundo. Es una posibilidad filosófica que, por cierto, no es una idea nueva.


Todas las antiguas culturas y civilizaciones, hasta donde nosotros conocemos, tuvieron a su disposición mecanismos de conocimiento que vieron esta posibilidad de la reencarnación como cosa fáctica.


Tomemos algunos ejemplos. En América, entre los Aztecas, existía la creencia de que el alma volvía de nuevo a este mundo. Decían que los hombres que morían, pero que estaban muy aferrados a la tierra, quedaban presos del encanto de la tierra.


Pero sostenían que, las almas que se habían liberado del mundo, las que ya no tenían apegos en el mundo, las que creían que había "algo más", y más lejano, iban a lo que hoy llamaríamos la fotósfera del sol, es decir, que iban a vivir en la Luz, como colibríes bajo la forma de Huitzilopochtli.





Los antiguos egipcios creían también que los hombres podían reencarnar. Todo hombre cuando moría tenía una prueba que transcurría en el "Aduat". El Aduat, suerte de purgatorio, era un lugar donde se pesaba el corazón del difunto en una balanza, y se le hacía una serie de preguntas a las que debía contestar. Aquellos que eran suficientemente sutiles podían llegar al Amen-Ti, o sea, la Tierra de Amón, el lugar mágico dónde cada uno encontraba lo que quería encontrar. El lugar maravilloso donde los lotos no se cierran jamás; donde las barcas no se hunden; donde los besos no se traicionan; donde los alimentos no se corrompen; donde las palabras no se pierden; donde todos los hombres tienen el don de lenguas y se entienden... Pero aquellos que, careciendo de esta fuerza espiritual, quedaban presos en las ansias de volver a la tierra, no podían pasar el Aduat y tenían que regresar otra vez a las experiencias terrestres.


Lo mismo nos indican los chinos, los griegos, los romanos. Incluso los primitivos cristianos, hasta el Concilio de Trento, van a tener en algunas de sus líneas de conocimiento, la afirmación de que los hombres vuelven a la tierra, e incluso de que Jesus-Cristo era una suerte de reencarnación de uno de los profetas anteriores. Vemos pues, que este argumento se pasea por toda la Historia.


Es tal vez en la India donde podamos captar y adquirir los conocimientos más precisos, hoy en día, sobre este tema de la Reencarnación .


Los hindúes, dentro de sus distintas religiones o sectas, han llegado a afirmar que en el mundo todas las cosas reencarnan, todas las cosas vuelven a vivir.


Contrariamente a lo que se cree, los hindúes hicieron filosofía e hicieron dialéctica antes que los griegos, y habían tratado de demostrar, no solamente mediante la fe, sino también mediante el razonamiento, de que el hombre podía volver a vivir. Decían que todas las cosas son cíclicas. Hablaban de grandes períodos de tiempo activo que llamaban Manvántaras, y de otros ciclos de sueño o Pralayas. Consideraban que esa actividad -que atribuían a la expiración y a la inspiración de Brahma, o sea, al respirar de la Deidad- existía también en todas las cosas, del mismo modo en que nosotros estamos despiertos unas horas al día y dormidos estamos otras horas.


Miles de años ha, ellos habían ya descubierto las leyes de Lavoisier: "En la Naturaleza nada se pierde, todo se transforma". Habían notado el recorrer cíclico de las Estrellas y la forma repetida en que el Sol nos alumbra cada mañana. De esto dedujeron que todas las cosas eran cíclicas; que todas las cosas eran, en parte irrepetibles, y en parte se repetían y volvían a ser.


La continuidad y la eternidad no serían para el pensamiento hindú, un estatismo o la permanencia de una cosa, sino que serían más bien el devenir contínuo de las cosas.


El concepto de "duración" y de "eternidad" no estaría en la permanencia objetiva de algo, sino en la permanencia de un cambio constante cuya finalidad es misteriosa; en la utilización de un impulso interior espiritual que mueve a todas las cosas hacia su fin ultérrimo.


Este Impulso va encadenando una secuencia de fenómenos. Los hindúes nos hablan de la Ley del Karma: la Ley de Causa y Efecto. Toda cosa, todo lo que pasa es efecto de lo que pasó antes y causa de lo que va a pasar después. Ninguna cosa, ninguna palabra, ninguna actitud, ninguna criatura, ningún mundo, ningún estado es sólo y único en el Universo, sino que es fruto de lo que pasó, y germen de lo que va a pasar.


Esta ley de acción y reacción estaba encuadrada en una direccionalidad cósmica, en una Ley; es decir que las cosas existen y se mueven por algo. Y ésta es otra pregunta que nos hacemos todos: ¿por qué pasa todo lo que pasa? Ante la incomprensión de ciertas aparentes injusticias, el hombre cae entonces en una forma de ateísmo, porque se pregunta: ¿Dios es justo? ¿Dios es bueno? Si Dios es justo y bueno, ¿por qué hay hombres que nacen en cuna de oro, mientras que otros nacen en una pocilga? ¿Qué clase de Dios injusto es el que hace nacer un niño enfermo o ciego, y en cambio le da a otros todas las posibilidades?


Esta es una vieja pregunta. De ahí que los filósofos y metafísicos hindúes creían que existía un "camino" al que llamaban Sadhana, y una Ley que llamaban Dharma. Una Ley Universal que hacía que todas las cosas fuesen a alguna parte con un fin predeterminado.


Los hindúes creían entonces en la reencarnación de las almas. Pero no en una reencarnación de manera simplista, según la cual un hombre se muere, está un tiempo en un mundo sutil, y vuelve de nuevo. Porque si fuese tan fácil, todos recordaríamos lo que fuimos de una manera clara.


Para poder entender el pensamiento hindú, hace falta recordar que ellos pensaban que el hombre no es uniforme, sino que estaba constituido por siete vehículos diferentes. Algunos de estos vehículos eran los que reencarnaban y otros no reencarnaban.



Afirman sus viejos libros que el hombre está constituido de siete envolturas en diferente estado de vibración. Partiendo de abajo hacia arriba, tendríamos en nosotros algo que es común con las piedras, que es común con todas las cosas que nos rodean: es el cuerpo físico, o Stula Sharira, aquello que tiene densidad. Más allá -y al decir más allá me refiero a otra dimensión- estaría el Prana Sharira, o sea, el cuerpo vital o de energía; lo que diferencia a un hombre vivo de un hombre muerto o que acabase de morir.


El tercer vehículo partiendo de abajo, es el Linga Sharira, que normalmente en esoterismo occidental es llamado "el doble" o el doble psíquico. Es lo que tenemos en común con los animales; mientras que el Prana Sharira es lo que tenemos en común con los vegetales, y el Stula Sharira con los minerales.


En la constitución del hombre se establece toda una relación con la constitución de la Naturaleza: la parte física con los minerales, la parte energética con los vegetales, la parte psíquico-animal con los animales: ahí radican nuestras pasiones, nuestros sueños, nuestras fantasías.


Luego existe un Kama-Manas, es decir una "mente de deseos", una mente egoísta que teme, se asusta y tiembla cuando advierte que le va a pasar algo.


Más allá de la anterior está el Manas o mente superior. Esta mente es serena, constante. Luego viene el vehículo llamado Budhi que es la intuición inteligente, sin pensamiento distorsionador; y por último, Atma, la Voluntad Pura que refleja la Deidad en el hombre.


Los cuatro primeros cuerpos o vehículos mencionados serían para los hindúes, mortales y se desintegrarían con la muerte. La muerte sería, pues, un desgaste que comienza con el nacimiento. Desde que nace hasta que muere, el hombre va muriendo poco a poco, hasta que al fin le llega el colapso final, en el que perdería la parte física, la parte energética, la parte psicológica y la parte mental-egoísta.


Mas restan tres planos de conciencia más profundos: el Manas, el Budhi y el Atma que pueden servir de escala para remontar al cielo; existiría en el hombre una parte individual, que no se puede dividir y que es la que en base a los "Skandas", o sea , las causas de acción, el Karma acumulado.


Ahora podríamos entender el porqué nacemos a veces en cuna de oro, y otras veces en establo. Porque desde el punto de vista filosófico, no siempre se aprende más cuando se nace en cuna de oro que cuando se nace en un establo.


Un hombre puede nacer de una manera u otra y siempre puede extraer una experiencia. Pero esa experiencia es limitada, porque si nace en una familia de campesinos, ese hombre tendrá la experiencia del campesino, pero le faltará la del artista, del militar, del político, del poeta.


De ahí que esa parte carente de experiencias, vuelva a la tierra a ocupar los cuerpos de los niños que nacen; vuelva por nuevas experiencias, nuevos encuentros, nuevas vibraciones biológicas.


Lo que reencarna no es todo el hombre, sino una parte, la parte superior o espiritual que generalmente, está poco desarrollada. Nuestro tiempo está dedicado a los problemas materiales y no al desarrollo del Yo Superior...


De tal suerte, las leyes que rigen el Destino, según los hindúes, hacen que solamente la parte superior sea la que reencarna. Pero de la parte superior tenemos muy poca conciencia. Ya lo dijo Platón, quién también explicó la reencarnación; él habla de las Aguas del Leteo, del río que hace que nos invada el olvido. Cuando se beben esas aguas el hombre vuelve a renacer sin recordar prácticamente nada; a veces se renace con una chispa de recuerdo, pero no con algo inteligente y ordenado.


Platón -con ese típico sarcasmo de los griegos- dice que los más apasionados se tiran a las aguas del Leteo y beben con las dos manos, quedando luego completamente dormidos; y que en cambio los prudentes son los que toman poco y luego pueden recordar algo.


En el "Mito de Er", Platón desarrolla esto y lo explica perfectamente. Recordemos cuando hace que le pregunten a Sócrates: "¿De dónde nacen los vivos?, y él conteste preguntando a su vez: ¿De dónde nacen los muertos? Los muertos nacen de los vivos, y los vivos de los muertos.


Para Platón, Sócrates y toda la línea del pensamiento filosófico griego, había también un ciclo inexorable en donde una misma humanidad iba reponiendo energías, tomando de nuevo contacto con el mundo y realizando nuevas experiencias.


¿Es esto cierto o no lo es? Eso no es fácil de contestar; simplemente exponemos esta forma de pensamiento para que cada cual tenga su propia vivencia.


Todos sabemos de que estamos en un mundo regido por la propaganda. La Filosofía precisamente, y nuestra posición acropolitana dentro de la Filosofía, propone un encuentro interior para pensar por sí mismo.


Es preferible equivocarse por sí mismos, antes de ser llevados hacia una forma de verdad que nunca comprenderemos; que nunca nos permitirá tener una individualidad desarrollada. De ahí que preguntemos sin esperar respuesta: ¿Es que volvemos a vivir? ¿Es que realmente reencarnamos?


A parte de lo que dijeron los hindúes, pensemos aplicando el sentido común, -el menos común de los sentidos-: si entrase alguien por primera vez aparentemente en el recinto donde nosotros estamos presentes, y conociese perfectamente la disposición de los muebles y lo que contienen, ¿qué diríamos? Es obvio que diríamos que antes ya estuvo alguna vez en él, porque si no, no lo sabría.


¿Cómo explicar la facilidad de algunos niños que, por ejemplo, han manejado instrumentos musicales, a los cuatro o cinco años de edad; o la facilidad de algunos escultores que esculpen naturalmente sin enseñanza previa?


Hay teorías modernas que intentan explicar esto con la argumentación de un inconsciente colectivo, de que a través de la ascendencia fisiológica nos llegarían potencias anteriores. Pero obviamente esto es menos científico que pensar que el hombre tiene esa posibilidad porque ya la tuvo otra vez. Por ejemplo, si alguien, como pasó en Italia con un campesino, comienza a hablar griego perfectamente, es porque recuerda algo. Y si además se refiere a hechos históricos concretos que nunca ha presenciado, es porque recuerda algo.


En todos nosotros existe como una pre-experiencia individual, que a veces se manifiesta como una sensación difusa, imprecisa. Simpatías, antipatías, angustias y sobrecogimientos que no tienen explicación lógica...

Así, si no es cierto, es por lo menos posible que hayamos vivido otra vez. Y, ¿dónde pudimos haber vivido? ¿En otro mundo o en este?


Si estamos preparados para sobrevivir en este mundo, es que podemos volver a vivir en este mundo.


Se dice que lo que anula la teoría de la reencarnación es el crecimiento demográfico. Porque si en la antigüedad se calculaba una población mundial menor a 50 millones de personas, y hoy hay 4000 millones de personas, ¿qué ocurre? Es que hay una fábrica de almas? Esta es una buena pregunta. Pero nos responden los mismos antiguos el número de almas es fijo. Este número fijo de almas, al haber una gran población física en la tierra, tiene poco período celeste, por lo que las almas son más "materiales", y tiende a propagarse el materialismo en el mundo. Cosa que coincidiría con lo que está pasando hoy, en que los niños ya no guardan la inocencia de otros tiempos.


¿Será cierto lo que decían los antiguos hindúes, de que cuando hay grandes masas de población, las almas reencarnan muy seguidamente, teniendo poco tiempo para lavarse, purificarse?


¿Y que cuando en el mundo hay poca población, las almas tienen una larga vida celeste, y entonces es cuando nacen los grandes místicos, los grandes filósofos; y los niños hasta una edad avanzada siguen creyendo en cuentos de hadas y de gnomos?


Esta simple concepción metafísica cambia todos nuestros conceptos: los conceptos científicos, económicos, políticos, sociales, de relación de los pueblos; y nos torna mejores, más generosos. Entendemos que el mendigo que vemos en la esquina de una calle, está pasando una experiencia que nosotros a lo mejor ya hemos pasado, o pasaremos; y que tenemos que ayudarle, pero no ayudarle porque queda bien, sino porque es nuestro hermano y compañero de ruta. Porque todos juntos estamos viviendo un camino difícil, espinoso, con subidas y bajadas. Y en este camino tenemos que permanecer todos con esa conciencia de unidad.


Todas estas cosas han estado en el seno de todas las religiones; no están en oposición con ninguna religión, puesto que fueron enseñadas de alguna manera por todos los Maestros.

Jesús mismo dijo: "Es necesario renacer". Lo que se puede interpretar de varias y profundas maneras.

Estas cosas existen aún en la mente de cualquiera que tenga un sentido científico de la vida, o un sentido positivo. Porque lo que acabamos de expresar es científico y es posible desde el punto de vista positivo.


Es necesario hacer una reflexión sobre estas consideraciones que nos atañen a todos; sobre el saber si vamos a volver a vivir.


Yo creo que no volvemos a vivir. Yo creo que continuamos viviendo. Creo que decir, "volvemos a vivir", sería como pensar que morimos en algún instante. Yo no creo en la muerte. La muerte no existe; es un fantasma inventado para asustarnos. Nada muere. Todo se transforma. Todo cambia. No podemos decir que volvemos a vivir, sí podemos decir que continuamos viviendo, que continuamos viviendo en éste o en otro mundo.


Tengamos en cuenta que la piedad de Dios de alguna forma nos alcanza a todos. Ved de qué manera inteligente hace Dios que las mieses y las semillas de los árboles caigan alejadas de los mismos para que reciban Sol. Ved de qué manera hace que las mariposas se posen y parezcan cabezas de búhos para que los pájaros se espanten. Ved de qué manera vuelve verde al pequeño gusano para que no lo veamos entre las plantas y de qué manera pone ojos luminososos a los peces de la profundidad de los mares. Esa misma Ley, Dios o como le queráis llamar, es lo que nos va a llevar en la Vida y en la Muerte. ¿Cuánto nos costó nacer? Tanto como nos costó nacer, nos costará morir.




JORGE ANGEL LIVRAGA-1976-fragmentos conferencia

lunes, 21 de abril de 2014

La reforma de Buda



"La reforma de Buda cambió esto para muchos indios, y luego también para personas de todo el mundo. Reinterpretó el karma, desplazando la atención de la reencarnación predestinada a la liberación voluntaria. La filosofía ortodoxa india dice: esta vida, a la que usted está predestinado, es fruto de todas las vidas pasadas que ha vivido. La filosofía de Buda dice: este momento, que usted ha decidido por voluntad propia, es fruto de todos los momentos pasados que también ha decidido. Es una visión profunda que confiere mucho poder. Usted puede cambiar lo que piensa, dice y hace, y por ende su vida, en este preciso instante. Realizar estos cambios surte efectos inmediatos, no sólo en usted, sino en las personas con quienes interactúa. 

Sin duda, la voluntad actúa a corto, medio y largo plazo, por lo que suscitar cambios importantes en su vida, o en una situación mundial difícil, puede requerir tiempo, esfuerzo y perseverancia. No obstante, el poder de la voluntad no debe subestimarse nunca. El budismo contiene magníficas ideas prácticas para cultivar la fuerza de voluntad y dirigirla hacia fines benévolos"



fragmento de EL ABC de la FELICIDAD
Lou Marinoff

viernes, 18 de abril de 2014

UNA PEDAGOGÍA TRADICIONAL: LA INICIACIÓN



"El Egipto faraónico transmite su tradición viviente a través de la pedagogía específica de todas las sociedades tradicionales: la iniciación.
La iniciación forma parte de los ritos de pasaje, que permiten a los neófitos la adquisición irreversible de un nuevo estado de conciencia. Las pruebas, los fracasos, el dolor, encuentran un valor positivo como fuentes de experiencia que permiten el acceso a un nuevo estado de ser y de conocimiento.

La iniciación tribal tiene lugar en el momento de la pubertad, cuando el cuerpo está maduro para reproducirse, y sirve esencialmente para trasmitir el savoir faire sexual. Pero, para una sociedad tradicional, es indispensable cargar este suceso natural de un sentido que sobrepase el simple gesto biológico. Se aprovecha una situación natural para aportar una trascendencia y provocar un despertar de la conciencia a otros sentimientos que no sean la simple pulsión sexual. Se enseña cómo hacer el amor, cómo respetar al otro, cómo preparar y compartir la felicidad. Se despierta a la persona a  su responsabilidad de padre, a su rol social en la colectividad, a lo que se espera de él y su porqué. Se le permite salir de la infancia con orgullo y valor para que no la extrañe y no tenga la tentación de volver a comportamientos infantiles.


Trascendido lo innato, se transmite un saber portador de otra dimensión distinta de la puramente natural y biológica. Se abre al adolescente a su nuevo estado de conciencia, a una nueva madurez, tanto con relación a sí mismo como a la sociedad.


La iniciación religiosa responde a otras finalidades. Si es cierto que ante lo desconocido experimenta a la vez miedo y ansiedad, la iniciación religiosa tiene por objetivo transmutar estas emociones en el sentimiento profundo de estar unido a la naturaleza y al cosmos. Así se suscita el sentimiento de pertenencia y de solidaridad con lo viviente, y desaparece el sentimiento de soledad, de separación con lo que existe. El individuo aprende a dialogar con lo invisible, el misterio y sus propias zonas oscuras. Se le dan ritos como medios de formalizar sus actos. Una vez más se alían "saber hacer" y "saber ser". Se aprende a hacer y ser en otras dimensiones de la existencia, a trascender lo inmediato. Más allá del enfoque objetivo y racional, nace la interioridad.


La iniciación llamadas mágicas tienen por objetivo la transmutación; permiten al hombre despertar a su propia capacidad de progreso. Se trata de una evolución que se lleva a cabo a través de la confrontación consigo mismo, asumiendo y transformando sus bloqueos y defectos. No es el problema de la maduración biológica ni del descubrimiento de su interioridad, sino de la transmutación de sus potencialidades. La conciencia es aun más poderosa porque la posición mental constituye  la clave, como se puede constatar en el chamanismo o el yoga. Es a través de la conciencia y lo mental como se puede adquirir otro tipo de "saber hacer", sobre sí mismo y sobre su entorno.  Esto supone una concentración y una disciplina muy importantes, factores presentes en nosotros mismos, de muy destacada evolución."



Fragmentos de INICIACIÓN Y PENSAMIENTO SIMBÓLICO EN EL EGIPTO FARAÓNICO
Autor: Fernando Schwarz

jueves, 17 de abril de 2014

AMANECER 17 ABRIL 2014

 
"La lamentable ignorancia que ciega al ateo es una gran desgracia para su alma,
en la cual se apaga lo más brillante y potente de sus ojos: la idea de Dios"
 
Plutarco


 
"Reconquistar la parcela extraviada, abrir el Ojo de Dios en su interior,
es el objetivo del "viajero" egipcio...que lanza este llamamiento..."
 

"Ojo de Horus, llévame,
que pueda contemplar la belleza en la frente de Ra"
 
Libro de la salida a la luz del día (mal llamado: Libro de los muertos)
 
 
 
 Puntual a nuestra cita con el Sol acudió una mañana más
Gracias VIDA

miércoles, 16 de abril de 2014

LAS RELACIONES PERSONALES CLAVES DE LA SALUD



"Sin duda las emociones contribuyen al comienzo y desarrollo de la enfermedad.

La represión de los sentimientos puede conducir al desarrollo de enfermedades autoinmunes.


Y el estrés crónico anula el sistema inmunológico, encargado de destruir las células anormales, dejando así al cuerpo vulnerable al crecimiento del cáncer.


El estrés y los conflictos no causan el cáncer, pero conducen a un estado de desesperanza y desamparo que permiten su desarrollo.


Aunque no podemos controlar todo cuando nos sucede, consciente o inconscientemente escogemos nuestras reacciones. Y al asumir el papel de la víctima aumentamos la vulnerabilidad de nuestros cuerpos ante la enfermedad.


A una edad muy temprana, estos enfermos habían aprendido a considerar las relaciones como algo peligroso, establecidas sólo a riesgo de mucho dolor y rechazo. Para protegerse, mantenían sus relaciones con los demás a un nivel superficial. Aunque aparentaban estar bien, se reprimían emocionalmente y se sentían aislados y diferentes de los demás.



Nuestros sentimientos hacia los demás, sean éstos positivos o negativos, afectan de forma directa a nuestra salud"
 





Fragmentos de LAS RELACIONES PERSONALES CLAVE DE LA SALUD de la Dra. Barbara Powel

miércoles, 9 de abril de 2014

AMANECER 10 ABRIL 2014

"Es el Amor puro, desinteresado, la verdadera magia.
Esforzaos en amar de una manera noble, desinteresada"
 
Omraam Mikhael Aivanhov
 


 
"El único Amor verdadero es el que se pregunta
cómo puede alimentar la naturaleza superior en los seres,
cómo sostenerlos, iluminarlos, fortalecerlos"
 
Omraam Mikhael Aivanhov
 
 

martes, 8 de abril de 2014

AMANECER 8 ABRIL 2014

"Ni con mil remordimientos puedes pagar tus deudas"


 
"El hombre camina y el karma le sigue con su sombra"


 
"El hombre virtuoso que es feliz en esta vida lo será más todavía en la próxima"
 
H.P. Blavatsky

sábado, 5 de abril de 2014

AMANECER 5 ABRIL 2014

"Brevísima es y agitadísima la vida de aquellos que
olvidan el pasado; descuidan el presente y temen el futuro"
 
SENECA



viernes, 4 de abril de 2014

AMANECER 4 DE ABRIL 2014

 
No te apures, ni te desanimes, ni te impacientes de ningún modo si tus acciones no corresponden siempre a tus buenos principios ¿Te has apartado de ellos? Pues vuelve a la carga y considérate feliz si tus acciones en general han sido dignas de un hombre, y ensalza esta filosofía cuyas huellas vuelves a seguir...

 
 
Reflexiona, pues, si lo que procura mayor satisfacción no es la grandeza de alma, la libertad, la benevolencia, la lealtad y la pureza de las costumbres..."


Marco Aurelio (Estoicos)

jueves, 3 de abril de 2014

EL KARMA...como un bumerán




"Debéis comprender que en la vida todo se repite sin cesar;
el hombre, mediante sus pensamientos, sus sentimientos y sus actos emite

ininterrumpidamente ondas benéficas o maléficas; estas ondas viajan por el

espacio, hasta que encuentran una pared, la cual las devuelve y aquél recibe

premios o castigos. Sí, es como un bumerán. Los que conocen esta ley se

esfuerzan en enviar por todas partes luz, amor, bondad, pureza, calor, y un

día u otro reciben necesariamente, a su vez, las mismas bendiciones; se

sienten felices, alegres, consiguen éxitos. Se dicen: «¡ Es el buen Dios que

me ha recompensado!». Pero no es así; el Señor ni siquiera lo sabe. Tiene

otros quehaceres que el de observarnos incesantemente y anotar todas

nuestras acciones para recompensarnos o castigarnos.
Él estableció leyes dentro y fuera de nosotros,
y son estas leyes las que nos castigan o recompensan."



Omraam Mikhaël Aïnvanhov

miércoles, 2 de abril de 2014

LOS SIETE CAMINOS PARA LA REALIZACIÓN ESPIRITUAL



El primer camino, pues, sería el camino de la voluntad. Todos sabemos que la voluntad se manifiesta en una suerte de deseo interior que pretende llevar a cabo alguna acción. Actualmente, nuestra voluntad se ve amenazada por una masificación artificial que aprovecha los cauces de la propaganda de masas, así como distintos elementos, que propicia la plutocracia del manejo de las grandes sumas de dinero, y que acaba por arrancarnos nuestro verdadero ser interior. Cuando pedimos algo, generalmente no pedimos lo que queremos, sino lo que la propaganda hace que queramos. Cuando se va a votar no se hace por un sentir interior, sino por lo que se leyó en los carteles o por lo que nos introdujo artificialmente cualquier medio de comunicación. Esa voluntad no es nuestra, sino que nos la han incrustado desde afuera.



De ahí que tengamos que robustecer el camino de la realización de la voluntad a través del individuo interior. No hablamos de individualismo, en el sentido de un egoísmo que nos separe de los demás, sino de ser quienes somos, no por orgullo, sino por amor a la verdad, porque ni Dios ni nadie puede quitarnos nuestra propia esencia, el ser quienes somos. Con nuestros defectos, con nuestras pequeñeces, con nuestros miedos interiores y con nuestras dudas, somos, sin embargo, cada uno de nosotros, piezas irrepetibles de la Naturaleza. Somos diferentes, y tenemos, precisamente en nuestra singularidad, un valor especial, como si fuésemos pequeñas artesanías hechas a mano, creadas por la mano de Dios, de tal manera que tenemos una marca particular que nos indica que no hemos salido de ninguna especie de cadena de montaje.


El segundo camino es el de la intuición, el de la religiosidad. En él, es fundamental la iluminación espiritual, aunque hoy en día esta expresión da lugar a muchas interpretaciones.



Debemos entender que los colores se ven porque existe la luz. Si la luz se apaga, todo se verá casi del mismo color, y en la oscuridad no vamos a distinguir la luz ni el color. Es la luz la que nos permite ver los colores. Sin luz no podemos distinguir las cosas.



Del mismo modo, para poder asentar nuestros valores necesitamos luz, espiritualidad y, en palabras simples, religiosidad. No creemos que el hombre se diferencie del animal simplemente por un problema evolutivo, sino, precisamente, porque el hombre puede ser religioso. El hombre más primitivo, perdido en las selvas, en las sabanas, en las montañas lejanas, pone una piedra sobre otra y adora al Ser Desconocido, creador del universo. Este hombre levanta su brazo y trata de señalar el horizonte de donde le vienen todas las cosas. Ningún animal puede hacerlo; ningún animal siente en sí la religiosidad.


Hoy, que vivimos en un mundo de ciega competencia, ¡qué hermoso sería un poco de amor!, pero no en el sentido común de la palabra, sino un amor profundo que, como dijo Jesucristo, nos haga amar a los demás como a nosotros mismos, y aun en algunos casos, más todavía. Ese sería un seguro camino de la realización.




El tercer camino de la realización pasaría a través de la mente. Hay quienes afirman, sobre todo en ciertas escuelas demasiado influidas por un orientalismo mal entendido, que no hay que razonar ni pensar.


Una vez le preguntaron a Sócrates de dónde venían los muertos, y él contestó que de los vivos. Luego, le preguntaron de dónde venían los vivos, y él dijo que de los muertos. Explicó toda la teoría de la reencarnación en solo cuatro palabras. Si se piensa bien, se ve que, sea o no cierto, desde el punto de vista racional, tiene una cierta lógica imbatible.


Los sistemas de silogismos, encadenados de una manera correcta, son necesarios para la comprensión de un mundo que tiene un trasfondo lógico. De ahí que se hable del logos del mundo, de su parte inteligible. De ahí también que, aun en los libros religiosos, que utilizan palabras sencillas para llegar a todo el mundo, dicen que fue «el Verbo, o sea, «la Palabra» aquello que despertó todas las cosas.


La razón concreta y cotidiana nos da la posibilidad de un conocimiento aproximado, ya que podemos medir, pesar y comparar. Un objeto es viejo comparado con otro más moderno, y nuevo comparado con otro más antiguo, o grande y pequeño siguiendo similar comparación. Sin embargo, algo no puede ser viejo y nuevo a la vez, o grande y pequeño al mismo tiempo, por lo que vemos que es preciso utilizar otra vía para poder entender el mundo y entendernos a nosotros mismos, y saber dónde está la verdad; por la vía cotidiana las cosas se nos esfuman, al carecer de cualidades reales. De ahí, ese tercer camino, el camino eminentemente filosófico a la manera clásica, de la mente pura y abstracta.


El cuarto camino es el de la realización a través de la mente concreta. Sería la posibilidad que tenemos de ensamblar y reunir las cosas materiales, manifestadas. Podemos trazar una serie de cálculos, de apreciaciones, y gracias a eso, podemos hacer negocios, escribir libros, conversar, basándonos en una comprensión de lo cuantitativo y evidente. La memoria nos permite recordar y nos ofrece esa pequeña conciencia de saber quién es cada uno de nosotros. Este es el cuarto camino de la realización.




El quinto camino es el de las emociones. Conocí a un viejo filósofo hindú, hace muchos años, que me decía que no se puede matar una emoción baja, un instinto, con la simple razón, sino que hay que transmutarla, y, de alguna manera, convertirla en una emoción elevada. Así pues, podemos elevar nuestras emociones. No hay que emocionarse solamente por una comida o una buena botella de vino, sino que también es necesario poder emocionarse con Wagner, con un cuadro, con una escultura, con el Partenón o con las pirámides. Hace falta, a veces, llorar en medio de la noche, pensando en los que tienen hambre o frío, y en los que tienen miedo.



Las emociones deben ser como los árboles. Deben levantarse verticales y abrirse hacia el cielo, en innúmeras manos, como las ramas de los árboles, en donde haya pájaros que canten y nidos que prometan nuevas primaveras. Este es el quinto camino de la realización: a través de la emoción, la emoción alta que se siente en presencia de una obra de arte o de nuestros seres queridos. Hay que elevar el alma, levantar el ánimo, tener emoción no solo para las cosas de abajo, sino también para las de arriba.

Todos los árboles necesitan raíces, pero las raíces se justifican por los troncos verticales y las ramas. Si los árboles no tuviesen troncos verticales y ramas, y pájaros, y frutos, y flores, ¿de qué nos servirían? Un árbol sería solamente un trozo de materia hundido en el suelo. Y estamos cansados de trozos de materia hundidos en el suelo



Queremos levantar nuestras emociones. Queremos volver a emocionarnos con la amistad, con el amor, con el heroísmo, con la lealtad. Queremos sentimientos de verdad, al estilo platónico, que sean capaces de darlo todo y no pedir nada. Ese sería el quinto camino.




El sexto camino de la realización es aquel que nos viene de la parte vital. De la sola observación de la vida podemos captar todo aquello que Dios nos ha dado en esta tierra.



Si miramos atentamente, si vemos cómo ha sido diseñado un pez, de qué manera vuelan las aves, sus formaciones en «V» (que fueron aplicadas en los aviones), que los pájaros utilizan desde hace millones de años porque cortan mejor el viento, comprenderemos la sabiduría que encierra la vida.



Antes de que los físicos descubrieran la capilaridad, la vida hizo subir la savia por los troncos de los árboles y por los tallos de las rosas, permitiéndonos tener flores y perfumes. La vida es lo que hace reír a los niños y pone paz en los ojos de los ancianos, porque saben –aquellos que son sabios– que la vida no comienza ni termina, sino que sigue, va más allá de la muerte y estaba también antes de nuestra cuna.


Este sería el sexto camino de la realización que, a través de la observación de la vida, así como del cumplimiento de sus leyes con rectitud, limpieza y orden, sin dañar a los demás, nos lleva a nuestra meta.


fragmentos de conferencia: Jorge Angel Livraga-1984-